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Respuesta:
Este indio, llamado Cantuña, tenía mucho poder sobre los demás indígenas de la región.
Aprovechando esto se comprometió a construir un hermoso y gran atrio para la Iglesia de San Francisco, pero su compromiso con la iglesia fue hacerlo en seis meses por una cantidad muy grande de dinero, caso contrario no cobraría nada.
El trabajo no era tan fácil, porque tenía que traer los bloques de piedra desde una cantera lejana y aunque los indios se esforzaban, era muy trabajoso cortar los bloques y formar los cuadrados para el atrio y colocarlos.
Cuando el tiempo de entrega de la obra estaba a punto de terminar, Cantuña se hallaba desesperado, y ofrecía entregar lo que sea a quien le ayudase a terminar el atrio, que apenas estaba iniciado.
Sus ofrecimientos llegaron a oídos del demonio, y aprovechando la situación se presentó y le ofreció terminar el atrio esa misma noche, siempre y cuando Cantuña le entregara su alma como pago. Cantuña aceptó, solamente pidió una condición, terminar la construcción lo más rápido posible y que sean colocadas absolutamente todas las piedras, y miles de pequeños diablillos empezaron a trabajar en cuanto la obscuridad cayó en la ciudad
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