Respuestas
1 Análisis con autocrítica
Es imprescindible saber dónde estamos, una labor que no siempre es asumible por el personal de la empresa, cuya visión puede estar viciada por la trayectoria o las expectativas. En la medida de lo posible es recomendable que la lectura de los números la realice un experto ajeno para determinar si hablamos de un problema estructural, conscientes de que cuanto antes asumamos la realidad, mayor margen de maniobra tendremos. De su resultado habrá que extraer conclusiones. Dos de las más importantes serán el reajuste de la expectativa de venta a la demanda del mercado, que implicará una reducción u optimización de la capacidad productiva, y la depuración de la operativa integral del negocio, identificando las áreas estratégicas y secundarias y buscando la optimización de recursos.
2 Plan de los 100 días
Hecho el balance, llega el momento de tomar decisiones. Reúne a tu equipo directivo y traza la estrategia. Una buena técnica es marcar un plan a 100 días para, primero, detener la sangría; segundo, estabilizar la empresa; y tercero, empezar a generar el valor que permita pensar en el medio y largo plazo. No hay que descartar que el plan contemple una reorientación integral de la empresa, pero lo importante es sentar las bases sobre las
3 Protege la caja
Muy importante. “Hay que hacer un plan global monitorizado que incluya, como uno de los aspectos fundamentales, preservar la caja”, aconseja Alfonso Junguitu, director en el área de reestructuración de la consultora KPMG España. Para realizar planes futuros será necesario contar con efectivo que te permita poner en marcha las acciones previstas.
4 Sé realista, no va a ser fácil
Hay que saber que vamos a abordar un proceso ingrato, “lleno de decisiones duras, pero que buscan un bien mayor: salvar la empresa. El objetivo es muy importante, evitar el cierre, que siempre tiene un efecto multiplicador. De ahí que la actitud sea la de buscar las fórmulas que hagan el menor daño posible”, explica Manuel Bermejo, director de la Unidad de Programas de Alta Dirección de IE Business School
5 El principio de equidad
Las acciones que se decidan acometer implicarán a las personas y se deben trazar sobre un principio de equidad. Bermejo defiende que “tiene que haber un sacrificio compartido, y el empresario tiene que ser el primero en dar ejemplo”.
6 Flexibilidad al máximo
Este es otro concepto clave aplicable a todos los campos de acción: desde los proveedores a los bancos, pasando por los modelos organizativos y la plantilla. El objetivo es crear una organización flexible: si tus clientes sufren de falta de liquidez –y eso impide que te compren–, por qué en lugar de esperar a que el problema se contagie a tu empresa no aprovechas tus recursos para buscar medidas que ayuden a financiar sus pedidos. “Para ganar en flexibilidad, hay que dedicar tiempo al análisis y la mejora. Es la forma de asegurar que la empresa esté siempre a la vanguardia”, defiende Fernando Calderón, director de la escuela Lean Management.
7 Abaratar el producto
A esta situación se llega, en muchas ocasiones, por la pérdida de competitividad del producto y/o servicio, lo que hay que corregir cuanto antes. Abaratar la oferta es una decisión drástica que impactará en los balances de la empresa, por lo que se debe hacer con cautela: la marcha atrás es muy complicada, aunque a veces no quede más remedio para poder acceder a efectivo. Las empresas de consumo que necesiten liberar stock pueden utilizar las técnicas de promoción, oferta u outlet, de modo que el mercado perciba el ajuste de precio como coyuntural.
8 Crédito a proveedores
Insistimos, la búsqueda de liquidez será uno de los objetivos en todo el proceso relacionado con el adelgazamiento de tu empresa. Entre las medidas que se deberán incluir está la renegociación de pagos, tanto de proveedores como de clientes, teniendo en cuenta que la utilización del crédito a proveedores puede ser vital para no encarecer aún más los gastos financieros, seguramente.
9 Sacrifica los márgenes
Otra opción tan efectiva como peligrosa. Sin embargo en los años de bonanza algunas empresas han jugado con amplios márgenes que permiten ser ajustados cuando llegan las horas bajas.