AYUDA DOY 75 PUNTOS
Salió no más el 10-un 4 y un 6-cuando ya nadie lo creía. A mí qué me importaba, hacía rato que me habían dejado seco. Pero hubo un murmullo feo entre los jugadores acodados a la mesa del billar y los mirones que formaban rueda. Renato Flores palideció y se pasó el pañuelo a cuadros por la frente húmeda. Después junto con pesado movimiento los billetes de la apuesta, los aliso uno a uno y, doblándolos en cuatro, a lo largo, los fue metiendo entre los dedos de la mano izquierda, donde quedaron como otra mano rugosa y sucia entrelazada perpendicularmente a la suya. Con estudiada lentitud puso los dados en el cubilete y empezó a sacudirlos. Un doble pliegue vertical le partía el entrecejo oscuro. Parecía barajar un problema que se le hacía cada vez más difícil. Por fin se encogió de hombros. -Lo que quieran... -dijo. Ya nadie se acordaba del tachito de la coima. Jiménez, el del negocio, presenciaba desde lejos sin animarse a recordarlo. Jesús Pereyra se levantó y echó sobre la mesa, sin contarlo, un montón de plata. -La suerte es la suerte -dijo con una lucecita asesina en la mirada-. Habrá que irse a dormir. Yo soy hombre tranquilo; en cuanto oí aquello, gané el rincón más cercano a la puerta. Pero Flores bajó la vista y se hizo el desentendido. - Hay que saber perder -dijo Zúñiga sentenciosamente, poniendo un billetito de cinco en la mesa. Y añadió con retintín-: Total, venimos a divertirnos. - ¡Siete pases seguidos! -comentó, admirado, uno de los de afuera. Flores lo midió de arriba abajo. -¡Vos, siempre rezando! -dijo con desprecio. Después he tratado de recordar el lugar que ocupaba cada uno antes de que empezara el alboroto. Flores estaba lejos de la puerta, contra la pa red del fondo. A la izquierda, por donde venía la ronda, tenía a Zúñiga. Al frente, separado de él por el ancho de la mesa del billar, estaba Pereyra. Cuando Pereyra se levantó dos o tres más hicieron lo mismo. Yo me figuré que sería por el interés del juego, pero después vi que Pereyra tenía la vista clavada en las manos de Flores. Los demás miraban el paño verde donde iban a caer los dados, pero él solo miraba las manos de Flores. El montoncito de las apuestas fue creciendo: había billetes de todos los tamaños y hasta algunas monedas que puso uno de los de afuera. Flores parecía vacilar. Por fin largó los dados. Pereyra no los miraba. Tenía siempre los ojos en las manos de Flores. -El cuatro-cantó alguno.
1_¿Qué están haciendo los personajes al comienzo del cuento?
2_ ¿Qué crimen ocurre en ese contexto?
Anónimo:
Y MAYOR DE EDAD
Respuestas
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2
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1. Estaban sentados en la mesa de ese billar
2. Acoso a los jugadores
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0
Respuesta:1. estan jugando billar libremente
2.un as1c1n4t0 que fallo y en vez de la persona elegida eliminaron otra persona
Explicación:1.Salió no más el 10 -un 4 y un 6- cuando ya nadie lo creía. A mí qué me importaba, hacía rato que me habían dejado seco. Pero
hubo un murmullo feo entre los jugadores acodados a la MESA DEL BILLAR y los mirones que formaban rueda.
2.Pereyra había confesado. Al parecer, se había dado cuenta de que Flores hacía trampa. Pereyra iba perdiendo mucho, porque acostumbraba jugar fuerte, y todo el mundo sabía que era mal perdedor.
En aquella racha de Flores se le habían ido más de tres mil pesos. Apagó la luz de un manotazo. En la oscuridad erró el tiro, y
en vez de matar a Flores mató a Zúñiga. Eso era lo que yo también había pensado en el primer momento.
SALUDOS MIKE
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