extrae del texto ocho adjetivos calificativos escribelos.
Kassim era un hombre enfermizo, joyero de profesión, bien que no tuviera tienda establecida. Trabajaba para
las grandes casas, siendo su especialidad el montaje de las piedras preciosas. Pocas manos como las suyas para
los engarces delicados. Con más arranque y habilidad comercial, hubiera sido rico. Pero a los treinta y cinco
años proseguía en su pieza, aderezada en taller bajo la ventana. Kassim, de cuerpo mezquino, rostro exangüe
sombreado por rala barba negra, tenía una mujer hermosa y fuertemente apasionada. La joven, de origen
callejero, había aspirado con su hermosura a un más alto enlace. Esperó hasta los veinte años, provocando a
los hombres y a sus vecinas con su cuerpo. Temerosa al fin, aceptó nerviosamente a Kassim.
Ayúdenme Porfa :(
Respuestas
Respuesta:
Porque su pasión eran las voluminosas piedras que Kassim montaba. Seguía el trabajo con loca hambre de que concluyera de una vez, y, apenas aderezada la alhaja, corría con ella al espejo. Luego, un ataque de sollozos:
—¡Todos, cualquier marido, el último, haría un sacrificio para halagar a su mujer! Y tú… y tú… ¡ni un miserable vestido que ponerme tengo!
Cuando se franquea cierto límite de respeto al varón, la mujer puede llegar a decir a su marido cosas increíbles.
La mujer de Kassim franqueó ese límite con una pasión igual por lo menos a la que sentía por los brillantes. Una tarde, al guardar sus joyas, Kassim notó la falta de un prendedor, cinco mil pesos en dos solitarios. Buscó en sus cajones de nuevo.
—¿No has visto el prendedor, María? Lo dejé aquí.
—Sí, lo he visto.
—¿Dónde está? —se volvió extrañado.
—¡Aquí!
Explicación: