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Respuesta:
EL «SEPULCRO VACÍO» Y LA FE EN LA
RESURRECCIÓN DE JESÚS
El progreso de los métodos exegéticos ha llevado a los especialistas, tanto católicos
como protestantes, a la convicción de que los textos del Nuevo Testamento deben ser
analizados e interpretados primero como textos -hay que preguntarse por el género
literario y por la intención primaria del texto-, si, en un paso ulterior, el lector quiere
plantearse la pregunta de su posible trasfondo histórico. Por ello, en el presente
artículo el autor analiza las narraciones del sepulcro vacío (o «abierto») para,
teniendo en cuenta las características propias de cada evangelio, ver su género
literario, su significado teológico y su fundamento histórico en la comunidad primitiva.
El «sepulcro vacío» y la fe en la resurrección de Jesús, Revista Católica Internacional,
4 (1982) 724-740
EL SEPULCRO VACÍO EN CADA UNO DE LOS EVANGELIOS
Si echamos una ojeada general a las narraciones de los cuatro evangelios en lo referente
al sepulcro, podemos sistematizar toda la gama de las distintas formas de emplear en la
narración el "motivo" del "sepulcro vacío":
Presentación de Marcos y Mateo
En uno y otro "sepulcro vacío" no aparece en boca del narrador sino en las palabras del
ángel. Para el ángel de Marcos se trata de un indicio comprobatorio de su anuncio de la
resurrección; para el de Mateo es, además, una ratificación de la verdad y el
cumplimiento de la profecía del propio Jesús sobre su Resurrección (27,63).
En la tradición más antigua, al final de Marcos (16,1-8), no se relata que las tres
mujeres que iban a embalsamar a Jesús se encontraran el sepulcro vacío. Lo que se
relata es la sorpresa porque la pesada piedra estaba removida y el espanto a la vista del
ángel. No es el "narrador" quien habla de sepulcro vacío, es el ángel quien se refiere a
ello, y lo hace como indicio comprobatorio de su mensaje de Resurrección: "No está
aquí, ved el lugar donde le pusieron". El lector de la narración, al tomar conocimiento
de las palabras del ángel, concluye con toda lógica que las mujeres vieron que Jesús ya
no estaba allí donde le habían puesto. Pero no ha sido el narrador quien ha formulado tal
idea; él no relata el acontecimiento representándolo de esta manera.
Mateo 28,1-18, es una reelaboración de la tradición apologética sobre la base de Marcos
y dependiente asimismo de una tradición apologética sobre la guardia del sepulcro.
Explicación:
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