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Respuesta:
El concepto de ciudadanía social1 suele criticarse con cierta asiduidad por su tendencia a sugerir una ciudadanía pasiva, satisfecha con la simple idea del “derecho a tener derechos”. Dicha concepción aparentemente ambiciosa se opone a la de una ciudadanía activa, con vocación de asumir responsabilidades respecto a lo qué debe hacerse y al cómo debe hacerse respecto a los retos políticos, sociales y económicos urbanos.
En realidad en la actualidad ya existe un amplio espectro político que coincide en la necesidad de, más allá de garantizar derechos, profundizar en una democracia de las responsabilidades2, donde los ciudadanos deben poder expresar directamente respuestas concretas. La emergencia de una necesaria democracia directa que complemente la democracia representativa ha comportado a menudo incluso una cierta banalización de la participación cuando no caer directamente en un participacionismo estético y vacío de contenido.
Para evitar la generación de expectativas que difícilmente pueden cumplirse, el fomento de la participación de los ciudadanos probablemente debería partir de la idea que nuestras democracias no son ni estrictamente representativas ni participativas, sino algo parecido a una poliarquía3. De ser así, toda vocación de implicar a los ciudadanos debería pretender -modestamente- multiplicar los centros de poder en la medida de la posible con el objetivo de evitar -o al menos contrarrestar- cualquier proceso de monopolización del poder político. Dicha multiplicación de los centros de poder supone en la práctica ampliar y extender la capacidad de tomar decisiones a cuantas más personas mejor.
Explicación:
espero que te ayude amigo o amiga
Respuesta:
ya tienes tu repuesta yo me llevo los otros puntos :v