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Una de las costumbres que no debe perder nunca una familia es el diálogo; hay que intentar fomentarlo y promoverlo todos los días. El diálogo favorece valores importantes como la comunicación, la tolerancia hacia los demás y la capacidad de admitir errores.
Mediante el diálogo, los padres y los hijos tienen la oportunidad de conocerse mejor. Pueden intercambiar opiniones y verbalizar sus problemas. Si hablamos con nuestros hijos, ellos nos podrán contar lo que les preocupa; también nosotros podemos intentar ayudarles.
Lo importante es intentar que el diálogo no se convierta en un monólogo de padres a hijos. Ellos también tienen que exponer sus opiniones e ideas. Si están en contra de lo que les estamos contando, deben tener la oportunidad de respondernos en un clima de libertad y tranquilidad
Por eso, lo primero que tenemos que ofrecer los padres es nuestra escucha constante. Si en ese momento estamos trabajando o haciendo alguna cosa importante, tenemos que emplazarlas para más tarde. Es necesario intentar que los niños sientan que siempre tenemos tiempo para el diálogo.
Si los padres comenzamos el diálogo desde una posición de autoridad, este seguro que no funcionará. Por el contrario, los mayores deben ponerse en el papel de los hijos; ellos han de comprender sus sentimientos y problemas.
No obstante, también hay que dejar claros los límites. No están hablando con sus amigos; no pueden tratarnos como si fuéramos sus colegas. Somos sus padres y queremos dialogar con ellos, pero eso no significa que se olviden de sus modales y educación.
“Mediante el diálogo, los padres y los hijos tienen la oportunidad de conocerse mejor. Pueden intercambiar opiniones y verbalizar sus problemas”
Consejos para fomentar el diálogo en familia
Aunque parece fácil, muchas veces es complicado propiciar un ambiente de diálogo en la familia. El primer motivo es la falta de tiempo; hoy en día tenemos pocos momentos al día para conversar y dialogar.
Los miembros de la familia estamos casi todo el día trabajando o en el colegio, pero es primordial buscar también un momento para el diálogo. Por ejemplo, puede ser la cena u otro momento en el que estáis todos juntos. Podéis hablar de cómo ha ido la jornada y establecer un diálogo sobre algún tema de relevancia.
Tampoco hay que ser pesados y estar preguntando todo el día a los hijos si tienen algún problema. Solo tenéis que mantener siempre esa actitud de escucha. Si todos los días fomentamos un tiempo para el diálogo, seguro que los jóvenes buscarán ese momento diario para contar sus problemas en familia.
Una buena comunicación en la familia requiere de compromiso y atención de todos.
Problemas con el diálogo
Muchas veces, los niños se sienten agobiados con tantas preguntas de los padres y su respuesta es el silencio o las respuestas evasivas. Esta suele ser la consecuencia de establecer monólogos en vez de diálogos con nuestros hijos.
En el diálogo, tienen que participar las dos partes. Los padres tienen que permanecer en silencio cuando intervienen los niños. Si les soltamos un discurso o una regañina cada vez que ellos confían en nosotros, al final solo nos darán la razón. Según vayan creciendo, los niños tenderán a callarse lo que creen que puede fomentar una polémica.
Con esa actitud contraproducente, los niños creerán que los padres solo quieren imponer sus ideas y no escuchan sus opiniones. En ese momento, lo más seguro es que el diálogo esté roto. Seguramente hemos cometido el error de no escuchar a nuestros hijos.
Por más que en las conversaciones tengamos una finalidad, no debemos imponer nuestra idea desde el principio. Tenemos que escucharles, darles ejemplos y conocer sus opiniones desde una posición de diálogo.
El primer valor que tienen que adquirir los niños es la seguridad en sus propias opiniones. Aunque al final cambien su argumentación, tienen que saber en todo momento la razón por la que lo han hecho.
No lo olvides: el diálogo es muy importante para cualquier familia. Supone la posibilidad de fomentar valores como la capacidad de escucha, la tolerancia o la confianza. Requiere, también, que todos los días lo practiquemos en familia buscando un momento idóneo para hablar y escuchar.