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Respuesta:
Dice la Santa Palabra de Dios en el libro de los Salmos 133: 1 – 3; “Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía. Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna”.
La palabra armonía es la relación de paz, concordia y entendimiento entre dos o más personas. La armonía se presenta cuando hay afinidad, cuando se comparte una misma creencia u objetivo, cuando las partes no tienen dificultades o si las tienen, se busca la solución amistosamente para permanecer en esa paz. La palabra “armonía” en este texto del Salmo 133, es yakjád (en hebreo que es el idioma original del Antiguo Testamento) que se traduce como unidad, nos recuerda la oración de Jesús en la última cena por sus discípulos y por los que seguiríamos a ellos creyendo en Jesús como salvador: “Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros” (Juan 17:11) y “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:20-21). La unidad es fundamental en la vida de la iglesia de Jesucristo y esta unidad es no sólo en las relaciones sino también en la doctrina. La Palabra que leemos hoy nos permite ver lo que sucede en esa unidad, lo que le pasa a la iglesia en la paz y la unidad de Dios: “allí envía Jehová bendición, Y vida eterna”. Muchos preguntamos por qué no hay unidad, por qué no hay armonía entre los hermanos, por qué hay discordias y divisiones y la respuesta se vuelve muy obvia, porque cada uno de nosotros busca su propio bienestar, porque miramos las cosas terrenales y no las celestiales, porque ponemos la mira en el hombre y no en Dios. Cuando se anteponen deseos mezquinos y egocéntricos, toma posesión de las personas y de esos deseos el devorador, el padre de la mentira, el engañador y sucede lo que leemos en el mismo evangelio de Juan 13:26-27; “Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón. Y después del bocado, satanás entró en él”. Cuando satanás toma posesión del corazón de Judas Iscariote, sus años con Jesús desaparecen, las palabras de Jesús dejan de resonar en su corazón, la paz que le entregaba el Hijo de Dios desaparece, la koinonía con sus hermanos los discípulos, se disipa, se borra, su mirada en el cielo se nubla y sus actos solo quieren hacerle caso a los tinieblas. Esta pérdida de armonía es un matar a Jesús en el corazón del que era creyente y un entrar a la oscuridad para ser vaso de deshonra en los caminos de Dios. Por ello, necesitamos la armonía cada día de nuestra vida con todos los hermanos.
“Padre bueno que estas en los cielos, en el nombre de Jesús te pedimos que nos ayudes a vivir en armonía y paz con todos los hermanos y con los que te necesitan. Amen”
Pastor César Hernández
Explicación:
se q esmuy largo pero todo eso es el salmo 133:1 XD ;3
Respuesta:
La palabra armonía es la relación de paz, concordia y entendimiento entre dos o más personas. La armonía se presenta cuando hay afinidad, cuando se comparte una misma creencia u objetivo, cuando las partes no tienen dificultades o si las tienen, se busca la solución amistosamente para permanecer en esa paz. La palabra “armonía” en este texto del Salmo 133, es yakjád (en hebreo que es el idioma original del Antiguo Testamento) que se traduce como unidad, nos recuerda la oración de Jesús en la última cena por sus discípulos y por los que seguiríamos a ellos creyendo en Jesús como salvador: “Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros” (Juan 17:11) y “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan 17:20-21). La unidad es fundamental en la vida de la iglesia de Jesucristo y esta unidad es no sólo en las relaciones sino también en la doctrina. La Palabra que leemos hoy nos permite ver lo que sucede en esa unidad, lo que le pasa a la iglesia en la paz y la unidad de Dios: “allí envía Jehová bendición, Y vida eterna”. Muchos preguntamos por qué no hay unidad, por qué no hay armonía entre los hermanos, por qué hay discordias y divisiones y la respuesta se vuelve muy obvia, porque cada uno de nosotros busca su propio bienestar, porque miramos las cosas terrenales y no las celestiales, porque ponemos la mira en el hombre y no en Dios. Cuando se anteponen deseos mezquinos y egocéntricos, toma posesión de las personas y de esos deseos el devorador, el padre de la mentira, el engañador y sucede lo que leemos en el mismo evangelio de Juan 13:26-27; “Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón. Y después del bocado, satanás entró en él”. Cuando satanás toma posesión del corazón de Judas Iscariote, sus años con Jesús desaparecen, las palabras de Jesús dejan de resonar en su corazón, la paz que le entregaba el Hijo de Dios desaparece, la koinonía con sus hermanos los discípulos, se disipa, se borra, su mirada en el cielo se nubla y sus actos solo quieren hacerle caso a los tinieblas. Esta pérdida de armonía es un matar a Jesús en el corazón del que era creyente y un entrar a la oscuridad para ser vaso de deshonra en los caminos de Dios. Por ello, necesitamos la armonía cada día de nuestra vida con todos los hermanos.
“Padre bueno que estas en los cielos, en el nombre de Jesús te pedimos que nos ayudes a vivir en armonía y paz con todos los hermanos y con los que te necesitan. Amen”
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