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Explicación:
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da criatura manifiesta Dios su poder de creación y la diversidad la entiende Ockham como una manifestación del poder creador de Dios, que no puede verse constreñido por ningún tipo de Idea que exista separada de la realidad, o por esencias o formas que están dentro de cada individuo. La creación es una muestra del capricho de Dios, de su acto de creación y originalidad extremos. Dios se recrea en cada criatura, siendo capaz de dar la existencia a una cantidad enorme de seres absolutamente diferentes, particulares, exclusivos. Cada realidad existente es única e irrepetible, lo que sería un signo, a juicio de Ockham, de la omnipotencia divina. Las consecuencias no sólo serán importantes para su metafísica, sino que, como veremos al final, se dejarán sentir también en su ética.
SEPARACIÓN ENTRE RAZÓN Y FE
La primera ruptura del pensamiento de Ockham respecto a toda la filosofía medieval, es su defensa de la separación absoluta entre razón y fe. Ambas son, para Ockham, facultades distintas, y carece de sentido pretender que existan verdades comunes o que puedan conocer un mismo ámbito de la realidad. Esta tesis se distancia, por tanto, de la propuesta tomista de las verdades comunes, o también del punto de vista agustiniano, que no encontraba la necesidad de separar razón y fe. El pensamiento de Ockham se ha caracterizado, a este respecto, como agnosticismo fideísta. Agnosticismo, en tanto que niega la capacidad de la razón para alcanzar las verdades de fe; y fideísta, en la medida en que sólo un acto de fe permite acceder a este tipo de verdades. Sólo la fe puede llevarnos a admitir la existencia de Dios o la inmortalidad del alma. Como consecuencia, la existencia de Dios será, a juicio de Ockham, indemostrable. Ni las vías tomistas (“a posteriori”) ni el argumento ontológico (“a priori”) son demostrativos. La existencia de Dios (al igual que al inmortalidad del alma o la ley ética natural) no son verdades a las que la razón pueda acceder por sí sola. En el fondo, lo que está proponiendo Ockham es que la razón humana es mucho más limitada de lo que en un principio cabría esperar. Esta desconfianza respecto a la capacidad de la razón sitúa a Ockham dentro de la tradición empirista y es, además, plenamente coherente con su propuesta nominalista, que comentaremos más adelante.
Como consecuencia de la separación entre razón y fe, se rompe también la subordinación de la filosofía a la teología. Ambas son ciencias distintas, y no hay por qué condicionar los resultados de una a la otra. La filosofía comienza así a independizarse del dogma religioso, que hasta ahora había venido fijando el marco teórico en el que podía desarrollarse su tarea, y tampoco va a tener como misión la defensa de los dogmas religiosos, o la crítica de las ene ningún tipo de existencia real.
Resumiendo lo dicho hasta aquí, cabe definir los universales como intenciones del entendimiento, actos singulares (convencionales) por medio de los cu