¿Por qué Sócrates es moralista? ¿Por qué evoluciona históricamente? A partir de la teoría de los dos mundos: el inteligible y el sensible ¿cómo explica al hombre? De que se ocupa su obra la república.
Identifique 3 de los diálogos platónicos. ¿De qué se ocupan?
Respuestas
Hacia sócrates mismo
Como hilo conductor de la siguiente sección trataremos de tener en cuenta unas palabras que Gómez Robledo (Sócrates y el socratismo) rescata del estudioso Walter Paton (Platón y el platonismo), y tal mención consistiría en la idea de no pretender reconfigurar el desarrollo histórico o el sistema que llamaríamos socratismo, sino simplemente ver como los principios directivos de dicha filosofía se encarnan en estrecha conexión con la personalidad misma de Sócrates8.
¿Cuál es, pues, el sentido de esa controlación (de ese control de calidad, de esa prueba de la blancura, o de esa "verificación") socrática que nos expone inevitablemente a la no certeza? ¿Es el diálogo una operación sin objeto? ¿O es una búsqueda faústica sin fin?
En primero lugar, la pregunta "qué es virtud" no es una pregunta fortuita, sino que como pregunta supone ya una ignorancia que ha juzgado que no conoce y qué vale la pena conocer. El preguntar socrático sabe qué no sabe, ese "qué es", que es el comienzo y fin de la vida humana. Como pregunta contiene, pues, una petición, un pedido de sentido. El hecho de que lo pedido o petición queda al final no cumplido, no puede invalidar al mismo pedido. Sin embargo uno podría quizás ver en el método aporético socrático un camino que conduce a la negación, a la refutación de toda tesis o posición teórica.
Sólo de paso y brevemente para no desviarnos tanto, recordemos que sobre ese mismo Sócrates que nos retrata casi cinematográficamente Platón, en medio de tantas circunstancias cotidianas, se han dado diversos puntos de vista, unos que lo ven como un racionalista profesional, un espíritu apolíneo en extremo (por ende, culpable del desequilibrio con lo dionisíaco, tal como lo vería Nietzsche), o como el gran burlón o ironista que acaba en el nihilismo, según lo llama Kierkegaard.
La pregunta clave —teniendo en cuenta esos dos juicios—, sería ¿Sócrates es solamente eso?, ¿un sofista de la razón que siembra sombras y aporías y que niega toda realidad intelectual con sarcasmos?
Creemos que la racionalidad apuntada por Nietzsche y el sentido irónico señalado por Kierkegaard, sólo son partes de un método antropológico más de fondo, de un ejercicio para toda la vida, de una olimpiada mental cuyo propósito no es otra cosa que competir consigo mismo en la liberación de las ideologías, los discursos, los dogmas, los decires, los prejuicios que se han hecho parte de nuestra personalidad sin más. La razón bien entendida es una depuración, un estado de catarsis socrática, y no el fin en sí, porque si la razón o la racionalidad fueran la finalidad de ese Sócrates parlanchín, esto supondría instituir un logos normativo, establecer definiciones sacrosantas, pontificar acerca de la verdad humana, en cambio lo que el Sócrates preguntón hace es más bien empujarnos por medio de la aporía a un acto liberador, dejándonos suspendidos en el vacío racional.