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La textura es por definición la cualidad de la superficie de un material. En lo que respecta a la vegetación, podemos entenderla como la relación entre el tamaño de la hoja y su forma y el tamaño de la rama, vara o tallo, también el espaciamiento existente entre hoja y rama que le confiere la espesura y solidez al macizo vegetal. En general, tanto en plantas como en pavimentos podemos hablar de un rango de texturas que van de fino a rugoso. La mayoría de las plantas tienen una textura media, pero al incluir algunas con texturas finas y rugosas de manera muy cuidada se añade interés a la composición y ayuda a destacar ciertos elementos de la misma.
En un campo de golf se aprecian ambas cualidades sensoriales de la textura. Por un lado el contraste visual entre los diferentes tipos de pavimento, sean estos naturales – el césped – o artificiales –el camino de asfalto- desde el más suave Green, hasta la rugosa trampa de arena. Las diversas texturas invitan a experimentar a través del tacto las sensaciones que éstas producen sobre la piel, siendo éste un recurso que se debe explotar para crear variedad en la composición.
La ventaja del tratamiento de texturas mediante el uso de elementos naturales es que éstas nunca permanecen estáticas, es decir, las plantas, al ser seres vivos, tienen la posibilidad de ofrecer variantes de color, tamaño, floración, etc. conforme su estacionalidad y esto le confiere un carácter dinámico a la composición, que a la vez resulta un reto para el diseñador comprometido puesto que debe ser capaz de visualizar el comportamiento de la paleta vegetal a lo largo de su ciclo de vida para que no se pierda la armonía sensorial del espacio intervenido.
Otro aspecto a tomar en cuenta en la selección de texturas es la distancia a la que habrá de estar el observador. Lo que de lejos pareciera ser una textura fina, de cerca seguramente será más rugosa y de igual forma una textura fina, como por ejemplo la conocida lagrimita (Soleirolia soleiroii) se verá a distancia como un macizo compacto y más sólido. Otro factor importante a considerar es la ubicación del sol y su trayectoria para lograr el contraste de sol-sombra necesario para acentuar las texturas que pretendemos resaltar.
Prever el efecto que el viento pueda ejercer sobre el follaje es también muy importante. El movimiento contribuye también a la percepción de espesura o fineza de los materiales como en el caso de los pastos ornamentales, como la cola de zorro (Cortaderia selloana), donde la pesantez del macizo se aligera gracias al efecto del viento.
Una forma de incrementar las propiedades táctiles de la textura en los proyectos de arquitectura de paisaje es mediante la variación de pavimentos. Cada material, sea éste natural como la corteza, el césped o las diversas variedades de materiales pétreos, o artificial como en el caso del concreto, el tartán o los pisos cerámicos, por mencionar algunos, le confiere al diseño características únicas en cuanto a su textura, que invitan a reacciones e interacciones muy variadas del usuario con su entorno.
Sea cual fuere la combinación de texturas y pavimentos, es fundamental que éstos respondan a los materiales y vegetación adecuados para la región donde se ubica el proyecto pues de lo contrario corremos el riesgo de encarecerlo en primera instancia y en segundo lugar hacerlo más vulnerable, frágil y en consecuencia más efímero.
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ahi esta
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ponme coronita porfis