Respuestas
Respuesta:
GUARDAR
PARÍS. Francia está en decadencia aguda. El Estado crea nuevas injusticias y desigualdades, ahonda las bolsas de miseria de masas, disloca y alienta la desesperación social. La economía aumenta la pobreza y empequeñece el puesto la nación en Europa. La enseñanza aumenta el número de iletrados, a un costo económico creciente. El Ejército es incapaz de asegurar la seguridad nacional. La diplomacia se embarca en un descarrío arrogante arruinando la antigua credibilidad...
Tal es la tesis devastadora que defiende el libro más feroz que se ha escrito sobre Francia en muchas décadas: «La France qui tombe» (Ed. Perrin), de Nicolas Baverez. "Le Monde" le ha consagrado una docena de artículos en primera página, para discutir el gran debate nacional abierto por esa obra. Radio y televisión multiplican los debates. La primera edición se ha agotado en tres semanas.
Historiador y economista, discípulo y biógrafo de Raymond Aron, Baverez declara a ABC: «Entre todas las democracias desarrolladas, Francia es la que peor se adapta a las grandes transformaciones que cambian el sistema geopolítico y económico mundial, víctima de un conservadurismo profundo. Francia lleva treinta años burocratizando y enquistando su economía. La deriva, el descontrol y la irresponsabilidad del Estado providencia, en bancarrota, agravan todas las tensiones y líneas de fractura del tejido social, socavando todos los principios de las relaciones sociales. El ascenso de los extremismos de derecha e izquierda, el crecimiento de las bolsas de pobreza de masas, la abstención y el voto extremista son el reflejo de la decadencia moral provocada por la crisis global del sistema».
Cifras básicasCon una erudición implacable, Baverez denuncia la decadencia económica de Francia con estas cifras básicas: «Nuestro declive económico y social es hoy una realidad bien real y no se trata de una quimera ideológica. Desde los años 70, el crecimiento económico de Francia ha ido cayendo del 3 al 1,8 por ciento, mientras que su roductividad ha descendido del 4,2 al 1 por ciento. Consecuencia lógica: la persistencia del paro de masas, que vuelve a crecer hasta el 10 por ciento. Al mismo tiempo que se ha hecho crecer la angustia social, las finanzas públicas han escapado a todo control. El Estado francés parece incapaz de asumir los riesgos de una sociedad abierta. Los antiguos florones de la industria nacional se hunden de mala manera, como Vivendi, France Telecom o Alstom».
La falta de crecimiento, la persistencia o el incremento del paro, el estancamiento del bienestar, corren parejos a otro cáncer gangrenoso: el endeudamiento masivo del Estado, hipotecando la riqueza y la prosperidad de las generaciones que vienen, de esta manera: «Hoy por hoy, la deuda pública coquetea con el billón de euros, mientras que los déficits acumulados del seguro de paro y la asistencia social se elevan, respectivamente, a los 16.000 y los 5.000 millones de euros. Las perspectivas para los años que vienen son, todavía, más desastrosas. El problema se arrastra desde hace años, ante la indiferencia de todos los gobiernos. En menos de una década, la deuda pública francesa se ha duplicado. Perdiendo el control de las cuentas de la nación, nuestros gobernantes hipotecan nuestro futuro».
Aislamiento de FranciaA juicio de Baverez, Francia lleva varias décadas dejándose arrastrar hacia un precipicio que el Estado y sucesivos gobiernos han ido ahondando, aplazando indefinidamente unas reformas de fondo que otros países han ido consumando, paso a paso, con mucho dolor y esfuerzo, cuando los gobernantes franceses han aislado a su país de las grandes corrientes reformistas de finales de los últimos veinte años.
Explicación: