Respuestas
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1. Las especies no se mantienen estáticas en el tiempo, evolucionan
Siempre se había pensado que las especies que vemos ahora eran las mismas desde la aparición de la vida. Sin embargo, Darwin demostró que los organismos no dejan de cambiar, por lo que las especies son algo dinámico.
Simplemente era un problema de perspectiva, pues la evolución es un proceso que requiere millones de años para dar cambios perceptibles y la humanidad lleva en la Tierra menos de 200.000 años, por lo que no hemos tenido tiempo de apreciar el fenómeno de la evolución en el resto de las especies de animales.
2. La selección natural es el mecanismo que permite la evolución
Después de demostrar que las especies cambian y se diferencian las unas de las otras, Darwin tenía que demostrar cuál era esa fuerza que conducía a ello, pues debía haber un mecanismo que lo regulara. Este mecanismo es la selección natural.
La teoría de la selección natural explica por qué los seres vivos evolucionan. Imaginemos que dejamos un oso pardo en la nieve y otro que, por algún defecto genético, es algo más claro de lo normal. ¿Qué sucederá? El oso pardo tendrá pocas probabilidades de cazar sin ser detectado, mientras que el de pelaje más claro, lo tendrá un poco más fácil y comerá más.
Al comer más, tendrá más energía y vivirá más, por lo que tendrá más opciones de reproducirse. El oso pardo llegará a tener, por ejemplo, dos hijos. El claro, cinco. Lo que pasa es que ahora en la población ya habrá más osos claros. Esos cinco se reproducirán también más que los otros dos pardos, por lo que al final, de generación en generación, la proporción de osos claros será mayor.
Además, de entre esos claros, habrá algunos más blancos que otros. Como más blancos sean, más posibilidades de cazar que los otros “menos blancos”. Así, con el tiempo, la evolución va afinando cada vez más y dejando una población perfectamente adaptada a las características del medio.
En resumen, la teoría de la selección natural postula que si no estás adaptado al medio, morirás antes que los que estén mejor adaptados, por lo que la población de esa especie tenderá a tener las características de los más “beneficiados” genéticamente hablando.
3. Todos los seres vivos partimos de un antepasado común
Otra de las grandes contribuciones de Charles Darwin derivó de sus investigaciones sobre la evolución de las especies y está relacionada con el origen de la vida.
Darwin observó que todos los animales que investigaba tenían algunas características en común, las cuales eran más llamativas como más cercanas estuvieran en el espacio. Como más alejadas, menos características compartían.
Esto llevó a Darwin a hipotetizar que todos los organismos partían de un antepasado común que se había ido diferenciando en distintas especies dependiendo de los medios que habitaban los organismos. A día de hoy, esto está confirmado.
4. Fin del antropocentrismo
Darwin puso fin a la idea de que los humanos somos algo especial dentro del Universo. Dijo que éramos un simple animal más al que las leyes de la selección natural le afectan como a todos los otros seres vivos. Esto causó espanto en la Iglesia, pues fue el paso previo a demostrar que los humanos venimos del mono, algo que hoy está perfectamente aceptado pero que en su día supuso una auténtica revolución.
Explicación:
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Charles Darwin fue un naturalista inglés nacido en 1809 y muerto en 1882, considerado uno de los más influyentes científicos de su época, por haber planteado por primera vez (simultánea e independientemente con Alfred Russel Wallace) la noción de evolución biológica a través de la selección natural.
Esta idea fue desarrollada por Darwin en su obra El origen de las especies, publicada en 1859, en la que justificó sus puntos de vista mediante ejemplos extraídos de sus observaciones de la naturaleza. Esta teoría del origen de la vida revolucionaría el campo científico e implantaría la idea de la evolución como explicación principal, base para la síntesis evolutiva moderna.
Cambio perpetuo. Ésta es la teoría fundamental de la evolución sobre la cual se sustentan las demás. Establece que el mundo vivo no es constante ni sigue un ciclo perpetuo; sino que está en cambio permanente. Las propiedades de los organismos sufren transformaciones a través de las generaciones a lo largo de tiempo. Esta teoría surgió en la antigüedad; pero no tuvo una amplia aceptación hasta que Darwin la defendió en el contexto de sus otras cuatro teorías. El «cambio perpetuo» está documentado por el registro fósil, el cual rechaza claramente el origen reciente de todas las formas de vida, proposición defendida por los creacionistas. Al haber existido repetidas comprobaciones y estar apoyado por un sinfín de observaciones, hoy día se considera al «cambio perpetuo» como un hecho científico.
Origen común. La segunda teoría darwiniana, el «origen común», establece que todas las formas de vida descienden a partir de un antecesor común por medio de la ramificación o diversificación de las estirpes. El argumento opuesto, basado en que las diferentes formas de vida surgieron de manera independiente y se suceden hasta tiempos presentes en linajes genealógicos sin ramificar, se ha refutado mediante estudios comparados de la morfología de los organismos, de la organización celular y de la disposición macromolecular. Todos estos estudios confirman la teoría de que la historia de la vida tiene la estructura de un árbol evolutivo ramificado, conocido como filogenia.