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En la historia moderna el sistema capitalista ha tenido una importancia tan colosal que resulta difícil ponderarla. Su origen y desarrollo han estructurado la sociedad occidental desde hace más de dos siglos. Las críticas que ha recibido han tratado de descalificarlo en bloque y sustituirlo por otros sistemas que consideraban más humanos y más justos. Esfuerzo vano. El sistema económico capitalista lleva en su misma esencia la garantía de supervivencia y de acomodación a las variantes coyunturas históricas. Realmente sorprenden las obtusas críticas que recibe y la pretensión de sustituirle por otros sistemas que se han demostrado infinitamente menos eficaces, más injustos, esclavizadores y, a la larga, inviables. Ahí están las nefastas experiencias socialistas y corporativistas para demostrarlo. Para sus detractores, el sistema económico capitalista es intrínsecamente perverso y generador de todos los males sociales. Como explicación de una crítica tan radical sólo se me ocurre el desconocimiento de lo que es realmente el capitalismo y sus implicaciones sociales. Lo que me lleva a formular unas cuantas precisiones elementales. En primer lugar hay que distinguir el capitalismo como técnica de producción del capitalismo como sistema económico. Como técnica de producción, el capitalismo supone la intensificación creciente del factor capital en el proceso productivo. Un fenómeno que se ha venido operando en las economías modernas bajo regímenes políticos distintos, y hasta contrapuestos. Como sistema económico, el capitalismo se basa en el reconocimiento de la propiedad privada, de la libertad en la iniciativa empresarial y del mercado como forma básica de asignación de los recursos económicos. Además de la exigencia en lo político de un régimen de libertades. Hoy nos encontramos con dos grandes bloques hasta hace poco anticapitalistas radicales en trance de adoptarlo: Rusia y los países de su área de influencia que tratan de realizar el duro aprendizaje del funcionamiento capitalista; y China, iniciando los primeros pasos. Ambos mundos son una inmensa porción de la humanidad que pone en el sistema capitalista sus mejores esperanzas.