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La intervención armada de Estados Unidos de Norteamérica a la República de Panamá en 1989 y las constantes agresiones y “vigilancia” que ejerce nuestro vecino en la vida interna de diferentes países de Centroamérica, nos invitan a reconstruir la historia de los “istmos centroamericanos”. En particular, resulta interesante la del Istmo de Tehuantepec, porque esta región no ha estado bajo el dominio de ninguna nación extranjera, pero en los últimos años han empezado a llegar capitales japoneses y tienen fuertes intereses en obtener la concesión para construir una carretera transístmica en esta zona que además de ser petrolera tiene una gran capacidad de desarrollo y muchos conflictos sociales. Éstos son tan sólo algunos elementos que justifican desempolvar el pasado, para recordar el ancestral y persistente juego de intereses internacionales que ha habido en esta parte del continente Americano.
Nicaragua, Panamá y Tehuantepec constituyen las regiones más estrechas del continente Americano, lo cual las ha convertido en lugares codiciados por las grandes potencias del siglo pasado. Estados Unidos, Inglaterra y Francia deseaban construir un paso transístmico entre los océanos Atlántico y Pacífico, que acortara las distancias comerciales entre Oriente y Occidente. De tal suerte, que las “cinturas” de América fueron incluidas en el mismo paquete de estudios técnicos, negociaciones, intriga y corrupción, por parte de los países que se disputaban la hegemonía comercial y política del mundo.