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Respuesta:En esta exposición didáctica se muestra el papel fundamental que tuvieron las mujeres en este periodo de la historia.
Enmarcada cronológicamente entre las primeras sociedades cazadoras-recolectoras del Paleolítico y la Edad del Bronce, la exposición se divide en seis bloques temáticos –además de una presentación y una síntesis final– en los que mediante imágenes y réplicas de objetos arqueológicos se explican algunas de las actividades en las que las mujeres pudieron intervenir:
Cazar, recolectar, sobrevivir. Nos sitúa en el paleolítico. Reflexión sobre la importancia de las diferentes actividades económicas para sobrevivir y el papel relevante de la mujer.
Espacios domésticos, espacios de mujeres. Ambiente neolítico. La importancia de las actividades de mantenimiento: preparación y conservación de los alimentos, la indumentaria, el mantenimiento del fuego y el espacio habitado.
La imagen de la mujer. Las figuras femeninas del paleolítico y neolítico y el arte rupestre levantino muestran rostros y siluetas de mujeres.
Reproducción y socialización. Las mujeres son indispensables para la supervivencia del grupo, el cuidado, el mantenimiento y la transmisión de valores y conocimientos.
Mujeres enterradas. Interpretación de los restos de mujeres encontrados en las excavaciones arqueológicas.
Mujeres de hoy sociedades del pasado. Un análisis de las sociedades prehistóricas a través de la investigación antropológica, la etnoarqueología.
Las mujeres de la prehistoria tenían unos brazos que ni las atletas del club de remo de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). El estudio de los huesos de restos de féminas de hace más de 6.000 años muestra una relación entre el húmero de los brazos y la tibia de las piernas que solo se explica por una intensiva carga de trabajo en las extremidades superiores. Fue por entonces cuando las comunidades europeas comenzaron su transición a la agricultura. Aquella gran revolución habría tenido entonces un mayor protagonismo femenino oscurecido hasta ahora.
Hasta la llegada del Neolítico, las poblaciones humanas dependían fundamentalmente de la caza y la recolección. Estudios de los huesos habían demostrado que, al menos en los hombres, se había ido produciendo un declive de la resistencia, de la fuerza de la tibia, el principal sostén óseo de las piernas. La explicación más lógica es que, al sustituir las largas caminatas propias de las jornadas de caza por labores agrarias, siempre más sedentarias, los huesos de las extremidades inferiores soportarían menos carga de trabajo y se habrían ido adaptando. Pero, ¿qué sucedió con la osamenta de las mujeres?
Para averiguarlo, investigadoras de las universidades de Cambridge y Viena (Austria) han estudiado la morfología y propiedades óseas de decenas de mujeres que vivieron y murieron en diversas épocas de los últimos 6.150 años en comunidades de Europa central. Para poder sacar toda la información a aquellos huesos, los compararon con los de mujeres de hoy. En particular, los cotejaron con tres grupos de deportistas: futbolistas semiprofesionales, triatletas que han competido en campeonatos del mundo y remeras de clubes de élite. Es fácil imaginar que cada deporte exige un esfuerzo diferente del aparato musculoesquelético. Como grupo de control, también analizaron los huesos de mujeres activas pero no deportistas.