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E
n América Latina ingresamos en una coyuntura política nueva. En 1997, más de 60 millones de latinoamericanos vivían en municipios gobernados por la izquierda. En 2003, son
más de 200 millones, con dos gobiernos nacionales además de Cuba: Venezuela desde
1999 y Brasil desde 2003.
La fuerza electoral ganada por la izquierda es un indicador relevante del momento político nuevo,
pero no lo expresa ni lo explica suficientemente, y hasta podría conducir a conclusiones equivocadas. Entre ellas, suponer que la fuerza electoral de la izquierda signifique por sí misma un retroceso absoluto de las fuerzas conservadoras en América Latina. El entusiasmo y las esperanzas que
justificadamente motiva este signo de avance de las fuerzas democráticas no puede hacernos perder de vista la complejidad del proceso político en nuestro subcontinente.
En la nueva coyuntura, los avances electorales de la izquierda expresan una realidad social y política nueva, definida primordialmente por el ascenso de las luchas populares, por una creciente
recomposición de la capacidad de resistencia al neoliberalismo. En ocasiones, llega a manifestarse en levantamientos populares que han podido frenar privatizaciones y otras políticas antipopulares, han hecho caer presidentes y en algunos casos han sido el antecedente inmediato de triunfos electorales. Sin embargo, este panorama amplio y diverso de luchas no siempre tienen una expresión electoral correlativa, y tampoco están necesariamente vinculados a los partidos de izquierda que participan en los procesos electorales.
En enero del 2000, un levantamiento popular en Ecuador destituye al presidente Jamil Mahuad.
En abril de 2000, un levantamiento popular en Cochabamba (Bolivia), frena la privatización del
agua. En febrero de 2001 es la Marcha de la Dignidad convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México, que moviliza a millones. En diciembre de 2001, un levantamiento popular en Argentina hace caer al presidente Fernando de la Rúa y a tres presidentes más en 15 días, y
se mantiene por más de siete meses ocupando las calles. En abril de 2002 la resistencia del pueblo venezolano conjura un golpe de Estado, lo que vuelve a ocurrir entre diciembre del 2002 y febrero de 2003 frente al paro patronal golpista. En mayo de 2002 inicia una movilización nacional en
Bolivia que se mantiene ininterrumpidamente hasta febrero de 2003, haciendo retroceder decisiones económicas antipopulares del gobierno y demanda una Asamblea Nacional Constituyente (estas movilizaciones dan la base electoral del casi triunfo de Evo Morales en ese año). En junio
de 2002, un levantamiento popular en Arequipa (Perú), frena la privatización eléctrica; en ese mismo
mes, un levantamiento popular en Paraguay frena la privatización de teléfonos, electricidad,
agua, alcantarillado, ferrocarriles e impide la aprobación de una Ley Antiterrorista. En agosto de
2002 los campesinos ejidatarios de San Salvador Atenco (México), impiden la construcción transnacional de un mega aeropuerto y obligan a dejar sin efecto la expropiación de sus tierras. En agosto de 2002, médicos y trabajadores del Seguro Social de El Salvador inician una huelga de siete
meses que frena la privatización de esos servicios. En Brasil, en septiembre de 2002 se hace un
plebiscito popular contra el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en el que participan 10 millones, un mes antes de las elecciones presidenciales. En Colombia, en medio de la guerra intensificada por el Plan Colombia, se hace una huelga general el 16 de septiembre de 2002;
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