DOS POEMAS UNO TRISTE Y UNO ALEGRE ES DE 4TO GRADO
nicolreyes261:
poema triste
Un hombre triste, muy triste,
tumbado estaba en la arena
sollozando como un niño
muy afligido de pena.
Y la luna que lo vio
de aquel hombre se apiadó
¿qué te pasa?, ¿qué te ocurre?
Con interés preguntó.
El hombre volvió su cara
y con hipo contestó:
Ay, luna, lunita, luna,
¡es que no lo sé ni yo!
¡Escucha!, dijo la luna,
ve a ver a la Osa Mayor,
en escuchar es experta
y antes a otros ayudó.
Y aunque dudó en ir a verla
a la osa al fin visitó
y con sus sabias palabras
la vida al hombre alegró.
tumbado estaba en la arena
sollozando como un niño
muy afligido de pena.
Y la luna que lo vio
de aquel hombre se apiadó
¿qué te pasa?, ¿qué te ocurre?
Con interés preguntó.
El hombre volvió su cara
y con hipo contestó:
Ay, luna, lunita, luna,
¡es que no lo sé ni yo!
¡Escucha!, dijo la luna,
ve a ver a la Osa Mayor,
en escuchar es experta
y antes a otros ayudó.
Y aunque dudó en ir a verla
a la osa al fin visitó
y con sus sabias palabras
la vida al hombre alegró.
Respuestas
Respuesta dada por:
4
Poema triste:
Ella esta sola
sola en un rincón,
los demás ven como se hiere
su pobre corazón.
Su mente se inunda
de una tristeza profunda,
que atraviesa su alma
arrebatando la calma.
Solo quiere compañía
compañía de su amor,
aquel que volvería
pero nunca volvió.
Poema alegre:
Entre las rocas del mar
un pequeño cangrejito,
por una pinza atrapado
suplicaba dando gritos.
¡No puedo salir de aquííí!
¡por favor!, solo decía,
pero nadie lo escuchaba
y cada vez más se hundía.
¡Socorro, auxilio!, gritó,
muerto de miedo el cangrejo
y desde el cielo un albatros
oyó los gritos de lejos.
El albatros lo buscó
quitó de encima la piedra
y el cangrejito corrió
a esconderse entre unas hiedras.
Ella esta sola
sola en un rincón,
los demás ven como se hiere
su pobre corazón.
Su mente se inunda
de una tristeza profunda,
que atraviesa su alma
arrebatando la calma.
Solo quiere compañía
compañía de su amor,
aquel que volvería
pero nunca volvió.
Poema alegre:
Entre las rocas del mar
un pequeño cangrejito,
por una pinza atrapado
suplicaba dando gritos.
¡No puedo salir de aquííí!
¡por favor!, solo decía,
pero nadie lo escuchaba
y cada vez más se hundía.
¡Socorro, auxilio!, gritó,
muerto de miedo el cangrejo
y desde el cielo un albatros
oyó los gritos de lejos.
El albatros lo buscó
quitó de encima la piedra
y el cangrejito corrió
a esconderse entre unas hiedras.
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