• Asignatura: Castellano
  • Autor: yenypatriciagiloreju
  • hace 6 años

2. Lee el siguiente texto y subraya todos los verbos que encuentres




"Un día conocí un esqueleto, en el parque. Estaba sentado en
un banco de piedra, rodeado de palomas blancas, y sonreía,
pensativo. Me pareció muy raro encontrar un esqueleto en
pleno parque, dando de comer a las palomas, y tan risueño
y tranquilo, como si se acordara de una broma, solitario, en
mitad de la tarde. Yo trabajaba de cartero; ya había repartido
las cartas del día, y me sentía algo aburrido. De manera
que fui a sentarme a su lado, para distraer las horas. No
demoramos en conversar. Me dijo que no tenía nombre.
"Ningún esqueleto lo tiene", dijo, y cuando el sol desapareció
detrás de las nubes rojizas, se lamento del frío. Sus dientes
castañeaban. Se puso de pie y me propuso que fuéramos a
tomar una tacita de chocolate, en cualquier lugar. "Tranquilo
me dijo. Yo invito". Lo contemplé de soslayo: no vi que llevara
bolsillos, ni mucho menos dinero. Pero eso no me importó.
Al fin encontramos un restaurante que anunciaba: IChocolate
caliente a toda hora. Al entrar muchos comensales quedaron
boquiabiertos. Algunas señoras gritaron; una de las meseras
dejó caer una bandeja repleta de tazas; las tazas se volvieron
trizas; varias rodajas de pan, queso y mantequilla, quedaron
esparcidas por el piso. "Qué pasa?" pregunté, abochornado,
aunque ya adivinaba a qué se debía aquel alboroto. "¿Quién
es ése?", me respondieron a coro, señalando a mi amigo. (...)"​

Respuestas

Respuesta dada por: hdanielachavez
1

Respuesta:

"Un día conocí un esqueleto, en el parque. Estaba sentado en

un banco de piedra, rodeado de palomas blancas, y sonreía

pensativo. Me pareció muy raro encontrar un esqueleto en

pleno parque, dando de comer a las palomas, y tan risueño

y tranquilo, como si se acordara de una broma, solitario, en

mitad de la tarde. Yo trabajaba de cartero; ya había repartido

las cartas del día, y me sentia algo aburrido. De manera

que fui a sentarme a su lado, para distraer las horas. No

demoramos en conversar. Me dijo que no tenía nombre.

"Ningún esqueleto lo tiene", dijo, y cuando el sol desapareció

detrás de las nubes rojizas, se lamento del frío. Sus dientes

castañeaban. Se puso de pie y me propuso que fuéramos a

tomar una tacita de chocolate, en cualquier lugar. "Tranquilo

me dijo. Yo invito". Lo contemplé de soslayo: no vi que llevara

bolsillos, ni mucho menos dinero. Pero eso no me importó.

Al fin encontramos un restaurante que anunciaba: IChocolate

caliente a toda hora. Al entrar muchos comensales quedaron

boquiabiertos. Algunas señoras gritaron; una de las meseras

dejó caer una bandeja repleta de tazas; las tazas se volvieron

trizas; varias rodajas de pan, queso y mantequilla, quedaron

esparcidas por el piso. "Qué pasa?" pregunté, abochornado,

aunque ya adivinaba a qué se debía aquel alboroto. "¿Quién

es ése?", me respondieron a coro, señalando a mi amigo. (...)"

Respuesta dada por: losratasapestan
0

Respuesta:

Explicación:

"Un día conocí un esqueleto, en el parque. Estaba sentado en

un banco de piedra, rodeado de palomas blancas, y sonreía

pensativo. Me pareció muy raro encontrar un esqueleto en

pleno parque, dando de comer a las palomas, y tan risueño

y tranquilo, como si se acordara de una broma, solitario, en

mitad de la tarde. Yo trabajaba de cartero; ya había repartido

las cartas del día, y me sentia algo aburrido. De manera

que fui a sentarme a su lado, para distraer las horas. No

demoramos en conversar. Me dijo que no tenía nombre.

"Ningún esqueleto lo tiene", dijo, y cuando el sol desapareció

detrás de las nubes rojizas, se lamento del frío. Sus dientes

castañeaban. Se puso de pie y me propuso que fuéramos a

tomar una tacita de chocolate, en cualquier lugar. "Tranquilo

me dijo. Yo invito". Lo contemplé de soslayo: no vi que llevara

bolsillos, ni mucho menos dinero. Pero eso no me importó.

Al fin encontramos un restaurante que anunciaba: IChocolate

caliente a toda hora. Al entrar muchos comensales quedaron

boquiabiertos. Algunas señoras gritaron; una de las meseras

dejó caer una bandeja repleta de tazas; las tazas se volvieron

trizas; varias rodajas de pan, queso y mantequilla, quedaron

esparcidas por el piso. "Qué pasa?" pregunté, abochornado,

aunque ya adivinaba a qué se debía aquel alboroto. "¿Quién

es ése?", me respondieron a coro, señalando a mi amigo. (...)"

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