Respuestas
Respuesta:
Los principales rios:
Río Paraná 4.880 km.
Río Salado Norte 2.210km.
Río Uruguay 1.838km.
Río Iguazú 1.320 km.
Río Bermejo 1.060 km.
Río Pilcomayo 1.100 km.
Río Colorado 1.000 km.
Río Negro 550.
Explicación:
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Respuesta:
La hidrografía de Argentina estudia los cuerpos de agua naturales del país, que incluyen ríos, lagos, humedales, campos de hielo y aguas subterráneas; además de los creados por la acción del hombre, como embalses y canales.
Vista aérea de los Esteros del Iberá.
Vista satelital de la Cuenca del Plata.
Los ríos argentinos se agrupan en tres cuencas o vertientes: los de la vertiente del Atlántico, que desaguan en el Mar Argentino, los de la vertiente del Pacífico y, por último, los pertenecientes a las diversas cuencas endorreicas del interior del país.[1]
La vertiente del Atlántico es la más extensa y está compuesta por la Cuenca del Plata, el Sistema Patagónico y una serie de ríos menores en la provincia de Buenos Aires. La Cuenca del Plata es la más importante, culmina en el estuario del Río de la Plata y es desaguada por los ríos Paraná (el más caudaloso y extenso del país), Uruguay y los diversos afluentes de estos, destacándose el Paraguay, el Pilcomayo, el Bermejo, el Salado y el Iguazú. El sistema patagónico está formado por ríos alóctonos, alimentados por los deshielos de los Andes. Se destacan por su caudal el río Colorado, el Negro, el Chubut y el Santa Cruz.[1]
La vertiente del Pacífico es la de menor extensión. Integrada por ríos cortos, alimentados por los deshielos y lluvias de los Andes Patagónicos como el Manso en Río Negro y el Futaleufú en Chubut.[1]
En el centro y oeste del territorio hay varias cuencas endorreicas, compuestas por ríos de caudal variable que se pierden en el suelo por evaporación o infiltración o desaguan en lagunas interiores o salinas. Sobresalen la cuenca del Desaguadero, que agrupa a los ríos cuyanos, y la de la laguna cordobesa de Mar Chiquita (o Mar de Ansenuza), donde desembocan los ríos Dulce, Primero y Segundo.[1]
Las cuencas lacustres argentinas se encuentran mayoritariamente en la Patagonia, como consecuencia de la acción glaciaria que las formó. Se destacan los lagos Nahuel Huapi, Viedma y Argentino. En la llanura chaco-pampeana hay gran cantidad de lagunas de agua dulce y salobre, y en el litoral zonas pantanosas como los esteros del Iberá.[1] La laguna argentina más extensa es Mar Chiquita, en la provincia de Córdoba.
Los salares constituyen un caso especial de cuerpo de agua, ya que como producto de la evaporación pueden permanecer secos durante gran parte del año. Los más extensos se encuentran desde el centro oeste hasta el noroeste de Argentina.
Los embalses fueron construidos a partir de las primeras décadas del siglo xx. Existen en la actualidad unos 100 lagos artificiales de distintas superficies, destinados en general a la regulación de los caudales de los ríos, el riego y la generación de energía eléctrica.[2]
Existen 23 humedales de importancia internacional, con una superficie total de más de 56 000 km2, distribuidos en todo el territorio.[3] Varios de ellos cuentan con cierto grado de protección, por coincidir o estar incluidos en parques nacionales o provinciales. Los humedales son importantes para la conservación de la biodiversidad, especialmente en regiones áridas o desérticas como la puna.[4] En el caso de las aves, se estima que el 25% de las especies registradas en Argentina tiene algún grado de dependencia con el ambiente de los humedales.[5]
Los recursos hídricos del país también incluyen los extensos glaciares muchos de ellos en campos de hielos que bajan desde los Andes como el Perito Moreno y en los territorios reclamados subantárticos y antárticos. El Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA) del CONICET ha relevado, «sin contar a los del sector antártico», 16 968 glaciares que abarcan unos 8484km². [6]
Los glaciares son un componente central de los sistemas hídricos andinos y constituyen un gran conjunto de «embalses» naturales de agua dulce congelada durante todo el año. El hielo alimenta varias cuencas hídricas, incluso en sectores que de otro modo serían totalmente áridos, como es el caso de la región de los Andes desérticos, desde el centro al norte del país.[7]
El sistema se completa con los extensos acuíferos, sistemas de importancia estratégica que en varios casos aún son objeto de investigación. Entre ellos se incluyen el Guaraní, un vasto reservorio de agua dulce subterránea compartida por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay y el acuífero Toba, bajo las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Formosa, Chaco y Santiago del Estero.[8] Este último es parte de un sistema mayor transfronterizo, el acuífero Toba-Yrendá-Tarijeño, compartido por Paraguay, Argentina y Bolivia.[9] El acuífero Puelche, ubicado bajo parte de las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, incluyendo el área metropolitana, fue esencial para el desarrollo de la ciudad de Buenos Aires desde mediados del siglo xix
Explicación: