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Las enfardadoras móviles, máquinas que recogen y enfardan el heno en un mismo proceso, se desarrollaron alrededor de 1940. Las primeras enfardadoras producían fardos rectangulares lo bastante pequeños para que un hombre pudiera llevarlos sobre su cabeza, colocándolos en el suelo. El tamaño y la forma permitía que una persona pudiera recoger estos fardos, apilarlos en un vehículo para su transporte hacia la zona de almacenamiento y luego construir un almiar. Como la lluvia arrastra los nutrientes del heno, este se solía almacenar en un cobertizo o se protegía con una lona impermeable.
Tras algunos intentos de mecanizar el transporte de fardos pequeños desde el campo al almiar, los granjeros pasaron a utilizar enfardadoras que producían fardos mucho más grandes, maximizando la cantidad de heno que queda protegida de los elementos. Los fardos rectangulares grandes son fáciles de apilar, pero los fardos redondos pueden hacerse más densos y hoy en día son más comunes en los países occidentales. La razón entre el volumen y el área de la superficie posibilita que muchos granjeros de zonas secas puedan dejar los fardos a la intemperie hasta que terminen de ser consumidos. Los granjeros de zonas húmedas han desarrollado bolsas de plástico para envolver los fardos que se dejan fuera.
Estos grandes fardos redondos de heno suponen un peligro para los granjeros: de 1992 a 1998, 74 trabajadores de granja murieron en incidentes con fardos redondos de heno.1 Hace falta extremar la precaución cuando se trabaja regularmente con grandes fardos redondos de heno.
Bote de heno con fardos rectangulares, a finales del siglo XIX.
La cosecha de una cantidad máxima de heno de gran calidad depende completamente de la ocurrencia simultánea de condiciones óptimas del cultivo, el campo y el clima. Cuando esto ocurre, puede haber un periodo de actividad intensa en la granja de heno en el que la cosecha prosigue hasta que las condiciones climáticas dejan de ser favorables. El periodo de "vacaciones de verano", en el que las escuelas públicas cerraban, era tradición que los niños ayudaran en la cosecha familiar del heno. Esta tradición perdura hoy, aunque hoy en día pocos niños en edad escolar viven en una granja en los países desarrollados.