-Mi marido está ocupado, ¿qué quieren? -preguntó la mujer del pañuelo
-Está bien, señora, no hace la falta que lo llame-contestó el hombre que
hombre y una mujer mayores, de unos sesenta y pico de años. El hombre es
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30
floreado y el delantal azul.
vestía de negro-. Lo que queremos saber es si no anduvieron por acán
más bien flaco y la señora... tirando a gordita, digamos.
-No, señor, acá no estuvieron. En ese momento, un hombre apareció por la
puerta de la cocina, a un costado del mostrador donde estaba acodada la
mujer. El hombre era su esposo.
-¿Me buscaban? -preguntó.
-Buscamos a un hombre y una mujer y pensamos que podían estar por
acá... Su señora dice que no los vio... -intervino el de azul-. Si llegan a
verlos... nos avisan.
¿Y por qué tendríamos que avisarles, si se puede saber? -preguntó el
dueño del recreo, como desafiando al otro.
-Bueno... esas personas tienen una deuda con nosotros... y... si ustedes
nos ayudaran a encontrarlas... bueno... creo que se verían beneficiados...
-el de negro dejó la frase inconclusa a propósito. Estaba claro que en
realidad se trataba de una amenaza.
A pocos metros del mostrador, Marcos, Celeste y Angélica escuchaban la
conversación sin moverse respirando apenas, tratando de disimular lo
mejor posible su presencia en el lugar. No hacía falta demasiada suspicacia
para darse cuenta de que hablaban de Ema y Felipe. Andarían por allí?
¿Los habrían tenido prisioneros y lograron escaparse? ¿Dónde estaban? Por
suerte, los dos hombres dieron por terminada la conversación y se fueron.
Los tres respiraron aliviados, pero Marcos se había quedado pensativo.
-Esa gente-dijo referiéndose a los dueños-parece tenerle bronca a los dos
mafiosos. ¿Vieron la cara que le pusieron? ¿Vieron cómo contestaba?
-Si-dijo Angélica-. La mujer puso mala cara ni bien los vio entrar, y el
marido parecía que le quería pegar.
-¿Por qué no hablamos con ellos? –Sugirió Celeste-. En una de esas nos
ayudan.
-Está bien aprobó Angélica-. Pero con cuidado. No contemos nada.
Veamos primero que nos pueden decir ellos. Hablemos de cualquier cosa.
-Yo empiezo-dijo Celeste, entusiasmada y decidida a no dejar que su
amigo tomara la iniciativa, sobre todo cuando la idea había sido de ella.
-¿Qué vas a decir? -preguntó Marcos, con cierto temor de que su amiga
metiera la pata.
-Vos escuchá y te vas a enterar -le dijo en tono malhumorada y como
tratando de amordazarlo con la frase.
-Sí, pero...-amordazar a Marcos con palabras era prácticamente imposible,
el siempre tenía algo que decir.
Aunque esta vez Celeste no lo dejo terminar de hablar y, encarando a los
dueños del recreo, les preguntó:
-Disculpen, pero ¿me podrían decir por qué tienen un toro embalsamado?
-Sí, claro-respondió el hombre, sonriendo y acercándose a la mesa-. Es
una historia familiar. Este toro perteneció a mi abuelo, que vivía en el
campo y llegó a tener unas cuantas cabezas de ganado. Cuando murió el
primero de los toros que tuvo, decidió embalsamarlo y que quedara como
símbolo de la familia. Entonces, cuando tiempo después mi padre se vino
para el tigre con la idea de instalar un recreo, mi abuelo le regaló el toro
para que lo pusiera aquí y le trajera buena suerte.
-¿Vendría a ser algo así como un símbolo de fuerza?-agregó Marcos, antes
de que Celeste pudiera decir algo.
-En realidad, no-respondió el dueño, y aquí Celeste sonrió, mirando a su
amigo de reojo-. Para mi familia, al menos, es algo más simple. Tiene que
ver con nosotros por el apellido. Toro. Nosotros nos llamamos Toro.
Respuestas
Respuesta dada por:
3
Cuánto texto xd se supone que son puntos gratis? porque no veo preguntas, lo siento si si habían preguntas jeje
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