Después del asesinato de su padre, en el año 336 a. C., Alejandro ocupó el trono del Imperio macedónico, con apenas veinte años de edad. Sus objetivos declarados eran la hegemonía sobre Grecia y la conquista del gran Imperio persa, y asumió el papel de general del ejército. Antes de emprender la campaña contra los persas, acudió personalmente a Delfos lo más rápido que pudo. Como acostumbraban hacer los líderes militares de la época, quería que el dios Apolo confirmara lo acertado de sus planes bélicos. Pero llegó un día en el que el oráculo no pronunciaba sus sentencias. Entonces Alejandro envió delegados a la Pitia —que era una sacerdotisa de Apolo, encargada de interpretar y expresar sus profecías— para saber si podría hacer una excepción, aduciendo su mucha prisa. La Pitia rechazó las pretensiones del macedonio, pues las fechas en que se abría el oráculo se respetaban como algo sagrado. Al oír esto, Alejandro irrumpió en la casa de la profetisa y arrastró a la Pitia hacia el templo del oráculo. «Pero ¡sí eres invencible!», gritó aterrada. Eso era lo que quería escuchar Alejandro. Le dio las gracias y renunció a escuchar la profecía que ella habría pronunciado. Alejandro renunció a escuchar la profecía de la Pitia porque: La sacerdotisa ya le había dicho lo que quería escuchar Prefería esperar la fecha de las sentencias del oráculo. Sus palabras le recordaron que Grecia era invencible. No quería escuchar nada contrario a sus planes.
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no voy a leer eso
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SI tan solo pusieras las opciones te podria ayudar
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