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El primer viaje de Simbad el Marino
Después de gastar toda la riqueza que le dejó su padre, Simbad, se embarca para buscar fortuna. En su primer viaje se establece en una isla, que resulta ser un gigantesco pez, en el que los árboles han echado raíces a causa del largo tiempo que ha estado durmiendo en la superficie del mar. El pez despierta y se sumerge en las profundidades y el buque zarpa sin Simbad. Un barril enviado, "por la gracia de Alá", le da la oportunidad de salvarse para llegar a una isla. En donde se lava y en donde, un rey amigo suyo, le nombra capitán de puerto. Un día, su propio buque, atraca en su puerto y recupera sus bienes. El rey le da un rico presente y regresa a Bagdad, donde reanuda la vida de facilidad y placer. Con el fin de su primer relato, Simbad el marino, le hace un regalo a Simbad, el cargador, de un centenar de piezas de oro y se compromete a darle más, al día siguiente, si vuelve para escuchar su segundo viaje. Simbad, el porteador, vuelve, intrigado con las aventuras y por necesidad.
El segundo viaje de Simbad el Marino
Scheherazade, interrumpe su cuento cada mañana, dejando al rey en duda con el fin de burlar sus intereses. En la noche 549 de la Obra, se encuentra el segundo día del cuento de Simbad, el marino: "poseído con la idea de viajar por el mundo de los hombres y de ver sus ciudades e islas", le cuenta cómo creció su inquietud, ocioso, hasta que se echó de nuevo a la mar. Abandonado, accidentalmente, por su busqueda, en una isla desierta, sin alimentos. Encuentra un extraño objeto blanco y redondo, que resulta ser un huevo de ave Roj. Cuando la madre del huevo aparece, Simbad, se amarra a una de sus patas, mientras esta duerme y se va volando con ella. El ave lo deja encallado en un inaccesible valle de serpientes gigantes y más aves Roj, bajo ellos, el suelo del valle, está alfombrado de diamantes, que los comerciantes consiguen lanzando enormes trozos de carne a las aves. Para que luego, éstas, sin querer, pegados a la carne, los lleven a sus nidos, donde son recogidos. El astuto Simbad, ata uno de los trozos de carne a su espalda. El ave lo transporta al nido y llena un gran saco de piedras preciosas. Rescatado del nido por los comerciantes, regresa a Bagdad con una fortuna en diamantes, viendo muchas maravillas en el camino.
El tercer viaje de Simbad el Marino
Inquieto y con ganas de viajes y aventuras, Simbad, zarpa de nuevo desde Basora. Pero, por casualidad, él y sus compañeros llegan a una isla, donde son capturados por una enorme criatura a la semejanza de un hombre, de color negro, con los ojos como brasas de fuego y los dientes como colmillos de jabalí y una gran mandíbula, como la boca de un pozo, tiene labios como de camello, colgando hacia abajo hasta su pecho, las orejas caen sobre sus hombros y las uñas de sus manos, eran como las garras de un león. Este monstruo, empieza a comerse a la tripulación, siendo el primer bocado, el Maestro, que es el más gordo. Simbad, piensa un plan para cegar al gigante con un hierro al rojo vivo. Así, todos pudieron escapar. Después de nuevas aventuras,entre ellas una gigantesca pitón, de la cual Simbad escapa gracias a su rápido ingenio; regresa a Bagdad, más rico que nunca, donde "le dieron limosna y generosidad a la viuda y el huérfano, a modo de acción de gracias, por mi feliz regreso y se olvidaron todas las penurias, mientras que comía bien y bebía bien y me vestía bien, luego de todo lo que había caído sobre mí y todos los peligros y penurias que había sufrido".
El cuarto viaje de Simbad el Marino
Impulsado por la inquietud, Simbad, se hace a la mar otra vez y como de costumbre, naufraga. Se encuentra entre salvajes desnudos, caníbales que alimentan a sus presas con una hierba, que los priva de la razón y los engorda para la mesa. Simbad se niega a comer las locuras de la inducción de las plantas y cuando los caníbales han perdido interés en él, se escapa. Una tripulación de recolectores de pimienta, le transporta a una isla, donde el rey se hace su amigo y le da una hermosa mujer. Mas tarde, Simbad, descubre una peculiar costumbre de esa tierra: sobre la muerte de un cónyuge, el otro es sepultado en vida, con sus mejores ropas y joyas más costosas. La esposa de Simbad cae enferma y muere poco después, dejando a Simbad atrapado en una caverna subterránea, una tumba comunal, con una jarra de agua y siete piezas de pan. Cuando estos suministros escasos casi se agotan, otra pareja es arrojada a la caverna: el marido muerto, la mujer con vida. Simbad la golpea hasta la muerte y se lleva sus raciones. Tales episodios siguen; pronto él tiene una importante reserva de pan y agua, así como de oro y joyas de los cadáveres, pero no ha podido escapar, hasta que un día un animal salvaje le muestra un pasaje hacia el exterior, muy por encima de la mar. Desde aquí, pasa un buque que lo rescata y le lleva de vuelta a Bagdad, donde da limosna a los pobres y reanude su vida de placer.