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El viernes pasado asistí al casamiento de Paula y Pedro, mis mejores amigos. Yo estaba muy contento por ellos, me alegraba saber que eran felices juntos.
Cuando llegué ellos aún no estaban así que comencé a hablar con los invitados. A partir de ese momento, en el momento en que llegué, empezó el lío.
Cuando me iba a sentar en una de las sillas para seguir mi conversación con la madre de la novia, sin querer tiré un florero que estaba sobre la mesa. El agua del florero mojó todas las cosas que estaban en la mesa: las servilletas, el mantel, los cubiertos y demás. Acto seguido, comencé a sacar las cosas mojadas y las llevé a la cocina. Los mozos se encargaron de poner los cubiertos y las copas, pero no había más manteles y servilletas de tela, así que tuvieron que poner unas servilletas de papel y no pusieron ningún mantel.
Todas las mesas estaban decoradas con los floreros, los manteles y demás, menos una. Esa mesa se veía muy pobre a comparación de las demás. Estaba bastante molesto por haber tirado ese florero ya que a la hora de que sacaran las fotos, esa mesa arruinaría la foto.
Luego, cuando llegaron los novios, me acerqué a saludarlos con una copa de sidra en la mano. En este momento, alguien pasó, se cayó y me empujó sin querer cuando se cayó. La sidra se volcó sobre la camisa del novio. Por suerte él se había traído una camisa de más por si se ensuciaba, así que se la cambió por una limpia.
Después de saludar a los novios, me senté en la mesa a comer la rica comida que habían preparado. Sin darme cuenta me corté el dedo con el cuchillo y me pasé la mano por la camisa blanca que tenía puesta. Pero de eso no me di cuenta hasta que me miré en el espejo del baño, allí me di cuenta que tenía varias manchas pequeñas de sangre en la camisa y que me había cortado. Mi camisa era un desastre. Pero no había traído una camisa adicional como mi amigo, así que no me quedó otra que quedarme así.
Finalmente lo que ocurrió fue que el padre de la novia se puso borracho y empezó a decir cosas sin sentido con el micrófono. Los novios estaban muy avergonzados, así que me acerqué hasta el hombre y cordialmente le dije que dejara el micrófono y que salgamos afuera a tomar aire fresco. Pero el hombre se lo tomó mal y me dio una piña en la nariz. La sangre comenzó a salir de mi nariz y no paraba de sangrar, así que uno de los invitados me llevó a un hospital y me perdí el resto de la fiesta.
Al día siguiente me sentía muy apenado por todas las cosas que habían sucedido. En vez de pasarla bien y disfrutar, lo único que hice fue hacer líos y arruinar muchas cosas.
Los conectores de orden del texto son: finalmente, después, luego, acto seguido
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