Padres por turnos: mientras uno teletrabaja, el otro se dedica a los niños: Eso no quiere decir, matiza, que estén siempre encima: “También hay espacios para cada uno, para la pareja y para que los niños jueguen a su aire”. Por suerte, dice, juegan muchísimo solo, un hábito saludable que quizás se recupere después de esta crisis. Barbara y su marido son propietarios de El Morro Fi, una cadena de bares que han tenido que cerrar de forma temporal. “Obviamente, no podemos trabajar desde casa por lo que es más fácil organizarnos. Tenemos una cierta ventaja”, dice. Porque hay muchos progenitores a los que al agobio de estar confinados con las criaturas se les añade el de tener que teletrabajar. Es el caso de Jane y Daniel, padres de un niña de cinco y un niño de un año. “La rutina familiar la hemos organizado alrededor de cinco comidas al día”, explica la madre. “Lo hicimos para tener algo de estructura y, la verdad, está ayudando”. Como “es imposible dejarlos entretenidos”, hacen turnos para estar con los hijos mientras el otro trabaja algo que, confiesa, tampoco es sencillo: “Están pasando tantas cosas que la concentración en una tarea medianamente compleja es muy complicada”, dice. Sin desdeñar el trabajo, la prioridad de la pareja es la tranquilidad de la familia: “Lo primero es nuestra salud mental”. Adolescentes “Los veo menos que nunca; cada uno encerrado en su cuarto” dice una madre de dos quinceañeras Les mata no poder salir al jardín comunitario con los niños pero se consuelan que, por lo menos: “No tenemos el estrés añadido de los deberes escolares, como está pasando en muchas casas. Además, todavía estamos en la fase que nuestros hijos creen que somos lo mejor del mundo, y eso reconforta”. De hecho Rita, la mayor, les dijo, el quinto día de confinamiento, que le “encantaba” estar en casa todo el día con sus padres. “¡A ver qué opina cuando llevemos quince!”, bromea Jane. Con los hijos más mayores las dinámicas son diferentes. En parte, porque todo buen adolescente detesta que se le diga lo que ha de hacer y ama encerrarse en su habitación. “La verdad, no he hecho menos familia en mi vida que durante estos días: ¡cada uno está en su cuarto!”, explica la escritora Sabina Pons, madre de un adolescente de quince años. La criatura no requiere atención, pero, por no hacer, “no hace ni los deberes online”, dice su madre, algo desesperada tanto por la actitud del hijo como por la invasión de arco-iris en las ventanas. “Si me ponen una foto más en Instagram de una familia jugando a juegos de mesa… ¡Me da algo! Yo hago lo que puedo, pero, la verdad: todo esto me está comiendo la moral”, resume. Contexto de frustración No podemos ni deprimirnos ni entrar en pánico, porque el miedo se contagia. ¿Tenemos también derecho a pataleta, los padres? “Sí, por supuesto. Y creo que el sentido del humor es fundamental”, dice Agnès Brossa, que recalca que la familia perfecta solo existe en las películas. “En las familias reales hay sentimientos positivos y negativos y en estas situaciones extremas los negativos aflorarán. Eso no nos ha de hacer sentir culpables”. Maribel Martínez coincide con ella: “Esta situación no tiene un contexto de felicidad sino de frustración, miedo e incertidumbre. Pueden surgir muchos problemas. Pero eso nos obliga a dar lo mejor de nosotros y adelantarnos a ello. No podemos ni deprimirnos ni lamentarnos ni entrar en pánico, porque el miedo se contagia. Esto tiene que ser nuestra gran motivación. Pero va a ser duro: es una prueba de fuego”. Una prueba en la que el concepto de madre o padre “lo suficientemente buenos” tiene que bastar. Este no es momento para aspirar a ser los mejores padres y madres del mundo. Todo es tan excepcional que incluso algunas normas —como el tiempo de uso de pantallas— van a tener que ser flexibilizadas (“Aunque siempre con límites”, matizan las dos expertas). En definitiva: tenemos que conformarnos con conseguir pequeñas cosas día a día. Y, apelar al sentido común, como sugiere el filósofo Gregorio Luri, autor de un libro titulado Elogio de las familias sensatamente imperfectas (Ariel). De todos modos, Luri se niega a dar más consejos en una situación como esta. “Las familias están haciendo lo que pueden con los recursos que tienen. Y yo solo puedo decir: ¡Ánimos!, estoy seguro que lo estáis haciendo muy bien”. ( profa una refexion principalmente No podemos ni deprimirnos ni entrar en pánico, porque el miedo se contagia.)
Ladil2022:
(┛◉Д◉)┛彡┻━┻
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Explicación:
(●__●)(●__●)(●__●), disculpa pero cuál es tu pregunta ?,explicate :v
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