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Explicación paso a paso:
La ética de las virtudes tiene su asiento en la ética de Aristóteles (1999) y considera a la
ética como una vía de la realización humana mediante la excelencia del carácter. Esta
excelencia del carácter se forja mediante las virtudes. En palabras de Aristóteles, una
persona virtuosa es una persona que podrá llegar a ser feliz, entiende que la felicidad
es un bien que se vasta a sí mismo, no hay un para qué más allá de él. Todos
queremos ser felices, aunque podamos equivocarnos en su búsqueda, por eso
conviene preguntarnos si las decisiones que vamos tomando en la vida están
orientadas hacia ese proyecto de felicidad y vida plena. La felicidad, habría que aclarar,
no es un estado de ánimo, o de satisfacción temporal, es un proyecto de vida que se
construye en el trascurso de toda la vida.
Si entendemos a la ética como la forma de la realización humana, y cada persona tiene
una forma de realización personal, entonces cada colaborador en la organización
debería de asumir su propia tarea de búsqueda de felicidad y vida plena. Pero la ética,
además de perfeccionar al ser humano, se vive como parte integral en la organización,
ya que la ética también forma parte de la cultura organizacional, e influye en la
conducta ética de las personas que colaboran en ella (Melé, 2003).
De acuerdo con Santo Tomás de Aquino (Aquino, 1955), quien retoma el concepto
Aristotélico de la ética, las virtudes morales perfeccionan las facultades o potencias
apetitivas, tanto las inferiores o apetitos sensibles como las superiores, tal como la
voluntad. Afirma que, mediante estas virtudes, las facultades apetitivas del ser humano
se inclinan hacia lo conveniente y conforme al juicio de la razón. Para ello es necesaria
la formación de los hábitos, los cuales se desarrollan mediante la repetición de los
actos. Al formarse los hábitos, surge una disposición estable en el ser humano que
permite al alma obrar en determinada dirección con facilidad. Las virtudes predisponen
Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución
de sociedades
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al ser humano al cumplimento del bien, una predisposición al mal implicaría lo contrario
a la virtud, es decir, el vicio.
En esta propuesta Santo Tomás de Aquino expresa que una de las virtudes morales
más importantes es la justicia, es decir, dar habitualmente a cada quien lo que le
corresponde. La justicia es importante dado que perfecciona el apetito superior o
voluntad (Echegoyen, 1996). También hay otras virtudes que perfeccionan el apetito
inferior, es decir lo relacionado con las pasiones. La fortaleza, por ejemplo, domina
precisamente las pasiones del ser humano y le ayuda a hacer el bien aunque algo le
dañe o le dificulte la acción buena. La templanza modera también los apetitos; ayuda al
hombre a seguir queriendo el bien propuesto por la razón, a pesar de la atracción que él
pueda tener hacia un bien sensible contrario; la templanza permite hacer el bien,
independientemente del gusto o disgusto por hacerlo (Echegoyen, 1996).
Hemos visto cómo desde la filosofía de Aristóteles y de Santo Tomás de Aquino se
establece que las virtudes ayudan al hombre a orientarse al bien. A través de la
fortaleza y la templanza el ser humano es capaz de orientarse hacia aquello que es
bueno, independientemente de la aparente desventaja que le pudiera ocasionar.
En el discurso actual de las virtudes, tenemos que Virtud es el hábito del bien obrar en
el terreno moral (Arregui-Zalba, 1958). Virtud también se define como la capacidad de
actuar valorando de modo efectivo a los otros como si fuese uno mismo, es decir, la
capacidad de moverse por una motivación trascendente, evaluando la necesidad ajena
como si fuese propia (Pérez, 1998). Las virtudes tienen que ver con una motivación
racional que controla incluso a cualquier motivación espontánea, y esto es lo que
permite adecuar nuestros comportamientos. La forma de desarrollar la calidad
motivacional de una persona se da a través de un proceso de aprendizaje en el que
influyen la motivación espontánea y la motivación racional. Es la motivación racional la
que controla a las motivaciones espontáneas. A esto se le llama virtudes. Se entiende
que esta definición de virtudes incluye el término motivación desde una perspectiva
filosófica, como aquello que nos mueve hacia la búsqueda de algo y no se está
refiriendo al concepto de motivación que proviene de las teorías organizacionales
(Pérez, 2002). En cuanto a las virtudes, también se ha dicho que son las cualidades
que empujan a la persona a adecuar sus comportamientos a lo que conoce
abstractamente, aunque su sentir le impulse a otra dirección (Pérez, 2002). Adicional a
las anteriores definiciones, también encontramos que en las virtudes hay
clasificaciones.