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Respuesta:
Antes aún de que Jesús dijera algo aquel día en la sinagoga de Cafarnaúm, el espíritu inmundo se sintió desalojado y obligado a salir al descubierto. Era la «santidad» de Jesús que aparecía «insostenible» para el espíritu inmundo. El cristiano que vive en gracia y es templo del Espíritu Santo, lleva en sí un poco de esta santidad de Cristo, y es precisamente ésta la que opera, en los ambientes donde vive, un silencioso y eficaz exorcismo
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Antes aún de que Jesús dijera algo aquel día en la sinagoga de Cafarnaúm, el espíritu inmundo se sintió desalojado y obligado a salir al descubierto. Era la «santidad» de Jesús que aparecía «insostenible» para el espíritu inmundo. El cristiano que vive en gracia y es templo del Espíritu Santo, lleva en sí un poco de esta santidad de Cristo, y es precisamente ésta la que opera, en los ambientes donde vive, un silencioso y eficaz exorcismo