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Explicación:
No solo era necesario saber leer, escribir y tener 21 años, sino, como primera condición, ser católico. Para gozar de los derechos civiles y políticos había que cumplir con estos requisitos. Lo establecía la octava Constitución del Ecuador de 1869, durante la presidencia de Gabriel García Moreno, un político conservador radical.
“La Iglesia fue propietaria de numerosos bienes urbanos y rurales, directora espiritual y moral, educadora, benefactora social... los únicos registros poblacionales eran los libros de nacimientos y defunciones que llevaban los párrocos”, se señala en el capítulo ‘Auge del orden colonial’ del I Manual de Historia del Ecuador de la Universidad Andina Simón Bolívar.
Desde la época de la conquista española hasta la actualidad la Iglesia católica ha estado presente. Su influencia no solo ha sido en lo espiritual, sino también en lo económico, social y político. Un protagonismo que hasta antes de la Revolución Liberal (5 de Junio de 1895), comandada por el general Eloy Alfaro, quien promulgó la Ley de Cultos, le permitió dirigir los centros educativos y se le concedía el derecho exclusivo de designar los textos apropiados para todo tipo de enseñanza.
Desde entonces, poco a poco, ese control fue asumido por el Estado y la influencia de la Iglesia católica en la sociedad ecuatoriana se ha visto aminorada, a decir de historiadores, por diversos factores: porque la población se ha vuelto más diversa, porque dejó de ser parte oficial del Gobierno (en 1900 se creó el Registro Civil y la Iglesia perdió el control poblacional que se lo registraba en las parroquias), porque las nuevas generaciones están menos apegadas a lo religioso y, entre otros, porque la sociedad ha identificado una separación, no oficial, de la iglesia jerárquica (conservadora o de extrema derecha) y la de izquierda (llamada progresista).
En el 2009, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana (CEE) declaró el último domingo de noviembre (hoy) el Día de la Iglesia Católica del Ecuador “para que los fieles renoven su compromiso de ser católicos”.