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Tanto en México como en el virreinato peruano la tenencia de la tierra se trastocó, así como el usufructo que se hacía de ella. Con la llegada de los españoles llegaron también productos como el trigo, olivo, vid, cítricos, animales de granja y aves de corral. Desde un inicio los indígenas fueron empleados en las faenas agrícolas y fue a través de esta práctica que pudieron pagar sus tributos hasta que dispusieran de circulante. Nuevas técnicas como el barbecho, la rosa y quema así como diferentes instrumentos les fueron dados a los nativos para que explotaran al máximo la agricultura. El cambio más significativo estuvo en lo que se refiere a la propiedad de la tierra.
Los indígenas tuvieron que adaptarse a este nuevo sistema que era diametralmente opuesto a las prácticas vernaculares, pues concebían el aprovechamiento de la tierra para beneficio común (a las comunidades indígenas les otorgaron tierras comunales para el pago del tributo, pero a su vez numerosos mitayos debían ir a trabajar a las tierras de hacendados en su calidad de encomendados o yanaconas). Un aspecto a tener en cuenta es que las tierras destinadas a la agricultura se encontraban relativamente cercanas a las ciudades debido a que muchos de los alimentos no aguantaban más de 5 días de camino sin malograrse. Alrededor de Lima, Veracruz, México, Guanajuato y Potosí hubo grandes hectáreas destinadas solamente a la producción local. Dentro de esta producción no se descuidaron los productos locales como el olluco, coca y la crianza de pavo (en Centroamérica). Hacia 1600 la producción local fue lo suficientemente estable como para sustituir las importaciones que se hacían desde España causando gran molestia a los comerciantes españoles. Es desde entonces que el comercio intercolonial empezó a tener auge, principalmente entre las regiones de Perú, Chile y Centro América.
Productos traídos por los españoles: ganado vacuno, lanar, caprino, porcino; cereales: trigo, arroz, cebada, centeno; vegetales: lentejas, frijoles, lechugas, col, espinaca, apio, espárrago, zanahoria, nabo, betarraga, rábanos, etc.; frutos cítricos.
Productos vernaculares que se continuaron produciendo: papa, maíz, oca, quinua, cacao, camote, ajíes, yuca, maní, algodón, coca, etc...