Respuestas
Respuesta:
Impulsada por la transición del feudalismo al capitalismo, la burguesía prosperó y se desarrolló como una fuerza social cada vez más influyente durante el Antiguo Régimen; aunque la inadecuación entre su poder económico y su ausencia de poder político la llevó a protagonizar, en el tránsito entre la Edad Moderna y la Edad Contemporánea, las denominadas revoluciones burguesas. No obstante, considerar el papel de la burguesía como una necesidad determinada históricamente, ha sido señalado como una simplificación mecanicista, poco ajustada a la realidad: de hecho, en distintas formaciones sociales históricas se produjeron fenómenos muy distintos, de forma notable la acomodación de la burguesía a las estructuras del Estado absolutista en lo que se ha denominado historiográficamente por Fernand Braudel como "traición de la burguesía" (trahison de la bourgeoisie).4
Explicación:
Respuesta:
La sociedad europea del siglo XIX sufrió cambios profundos, paralelos a los que se produjeron en los ámbitos políticos y económicos. La división estamental se sustituyó por una división en clases, basada en una mayor movilidad social. La nobleza perdió su hegemonía social, política y cultural a favor de la burguesía, aunque consiguió adaptarse a la nueva sociedad. Y, por fin, emergieron las clases trabajadoras.
La sociedad del Antiguo Régimen estaba estructurada en estamentos –clero, nobleza y estado llano- y se basaba en el principio de la desigualdad jurídica, lo que comportaba desigualdad económica y política. Pero esta sociedad comenzó a resquebrajarse en el siglo XVIII con la emergencia de la burguesía. Las revoluciones políticas liberales-burguesas destruyeron el principio de la desigualdad jurídica al proclamar la igualdad ante la ley de todas las personas. A partir de entonces, las relaciones sociales se establecieron en torno al concepto de clase social.
Los individuos pertenecientes a una clase social se definirían según su posición económica común, lo que permitiría diferenciar a los propietarios de bienes y medios de producción, es decir, los capitalistas, de los que solamente poseían su fuerza de trabajo, los obreros o proletarios. Pero, además de esta diferencia económica había otras de tipo cultural, educativas, de mentalidades y valores. La pertenencia a una clase no dependía del nacimiento ni de la herencia y podía, legalmente, darse la movilidad entre clases, aunque fuera complicada, frente a la rigidez jurídica estamental.
En la nueva sociedad de clases dos grupos ostentaban la hegemonía social: la nobleza procedente del Antiguo Régimen, que tenía en la tierra su principal fuente de riqueza, aunque había perdido cualquier tipo de distinción o privilegio jurídico, y la burguesía, que combinaba su preeminencia en los negocios y en la industria con la propiedad rural, a la que había accedido gracias a los procesos de desamortización eclesiástica y civil de los países católicos, y por compras directas en el resto de Europa.
Entre la vieja aristocracia y la alta burguesía tuvo lugar un proceso de simbiosis, de tal modo que parte de esa nobleza terminó entrando en el mundo de los negocios y la alta burguesía consiguió ennoblecerse; de hecho, las monarquías europeas concedieron muchos títulos nobiliarios a los burgueses durante el siglo XIX
La nobleza europea conservó gran parte de sus rentas agrícolas, ya que no perdieron sus tierras en las reformas y desamortizaciones agrarias realizadas en Europa y que, en el caso de los países católicos, afectaron casi exclusivamente a las propiedades eclesiásticas. Muchos nobles, además, se incorporaron a puestos importantes en las administraciones de los nuevos estados, especialmente en el ámbito diplomático. Su posición social les facilitó su participación activa en la política, en los gobiernos pero, sobre todo, al copar los escaños de las cámaras altas (senados) del poder legislativo, ya fuera por derecho propio o por elección de los monarcas, según estipulasen las constituciones respectivas.
En algunos países este poder nobiliario puede ser interpretado como una rémora del pasado, imposibilitando la ejecución de distintas reformas pero, en otros lugares, como en Inglaterra o en Alemania, la nobleza se adaptó a los nuevos valores burgueses y tuvo un gran protagonismo en la economía.
El peso de la aristocracia varió en Europa. En Inglaterra, los lores mantuvieron su poder económico en el campo, ampliando sus beneficios con la explotación de las minas. Frente al caso inglés, en Francia la nobleza no fue tan poderosa, habida cuenta que se había visto muy afectada por las medidas revolucionarias. Su posición como propietaria terrateniente era menos sólida que la de los aristócratas ingleses. En la Europa central, oriental y del sur la nobleza tuvo un protagonismo evidente en todos los ámbitos hasta la Primera Guerra Mundial.
La burguesía fue la clase social más beneficiada en los procesos revolucionarios que marcaron el comienzo de la edad contemporánea en Europa, en los ámbitos políticos, sociales y económicos. Pero, en realidad, la burguesía era muy heterogénea. Dentro de ella, se pueden distinguir varios grupos. En primer lugar, estaría la alta burguesía de los grandes negocios financieros, comerciales, industriales y agrarios. Sus integrantes terminaron por formar verdaderas dinastías modernas: los Krupp, Thyssen, Rothschild, Péreire, Lafitte, etc..