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Respuesta:
si, ya que por ejemplo:
Explicación:
Ciertamente, los carros son más veloces y también más seguros y económicos. Hay más autopistas, túneles y puentes. Y también en el mundo, centenares de millones de carros nuevos que congestionan más las vías y hacen el tráfico más lento.
Mucha gente conectada, millones de móviles tradicionales e inteligentes en mercados como el colombiano, 17,4 millones de usuarios en Facebook (cifra impresionante). La gente opina lo que quiere cuando quiere en Twitter o Facebook. Por otra, no obstante, hay un largo camino por recorrer. Las empresas, sobre todo las pequeñas (que son la inmensa mayoría) no saben aplicar las tecnologías de la información a sus procesos productivos y comerciales
Respuesta:
Somos testigos de cambios tecnológicos a diario. En cualquier circunstancia de la vida nos encontramos con nuevos servicios y productos que poco a poco van penetrando en nuestras vidas. Nuestros hábitos se adaptan a las nuevas tecnologías y nos parece natural contar con ellas.
Se supone que estas mejoran la calidad de vida. ¿Es eso válido para todos los ámbitos de la vida cotidiana? Por ejemplo, en el campo de la velocidad de desplazamiento dentro de las ciudades, ¿ha aumentado la velocidad de movilización de los vehículos en los últimos 50 años? Ciertamente, los carros son más veloces y también más seguros y económicos. Hay más autopistas, túneles y puentes. Y también en el mundo, centenares de millones de carros nuevos que congestionan más las vías y hacen el tráfico más lento.
Las ciudades colombianas han crecido de forma dramática. Bogotá no tenía más de 400 mil habitantes a mediados del siglo pasado. Sn embargo, la gente se desplazaba más rápido entonces (tomando en cuenta distancia y tiempo, se entiende). ¿Cuánto tiempo necesita una persona para desplazarse hoy de Soledad a Barranquilla y viceversa en horas pico?; ¿y cuánto en 1960?
No es claro, entonces, que las nuevas tecnologías hayan contribuido a mejorar la calidad de vida en relación con el tiempo requerido para desplazarse en los centros urbanos actuales. Y ello vale para todo el mundo. Nada como un trancón de 50 km en verano saliendo de Munich hacia Italia, que puede implicar velocidades de 5km/hora durante diez horas.
Hay otros ejemplos cercanos, como el del transporte aéreo. Desde el inicio del uso de los jets en la aviación comercial (más o menos en 1960, con los Boeing 707…) hay muchos nuevos modelos, aunque la velocidad de los mismos sigue siendo igual. Incluso, en el caso del famoso Concord, cuya velocidad superaba la del sonido, que sirvió durante décadas la ruta Londres-Nueva York, el servicio fue suspendido hace varios años.
Quizás lo más distintivo para el usuario común en la época actual en materia de nuevas tecnologías sean los dispositivos y servicios de la información y las telecomunicaciones. Sean los tablets, los “smartphones”, las redes sociales o el acceso cada vez más veloz a Internet, se trata de verdaderos cambios que afectan nuestra vida cotidiana. Sin embargo, vale la pena preguntarse si los cambios principales en la materia ya están realizados o si el impacto grande de las tecnologías de la información está aún por verse.
La respuesta es ambivalente. Por una parte, hemos visto enormes cambios en pocos años. Mucha gente conectada, millones de móviles tradicionales e inteligentes en mercados como el colombiano, 17,4 millones de usuarios en Facebook (cifra impresionante). La gente opina lo que quiere cuando quiere en Twitter o Facebook. Por otra, no obstante, hay un largo camino por recorrer. Las empresas, sobre todo las pequeñas (que son la inmensa mayoría) no saben aplicar las tecnologías de la información a sus procesos productivos y comerciales. Amplios sectores del gobierno y del Estado, incluyendo la justicia, la educación y la salud, ignoran las inmensas posibilidades que para la productividad y el bienestar ciudadano pude tener las TI.
Ese es un reto mundial. Parece ser que todavía pasarán décadas para que los grandes impactos de las TIC redunden en transformaciones sustanciales en la calidad de vida de la gente.
Eso sí, se puede acelerar el camino con campañas permanentes y ambiciosas de cultura digital.