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Un tercer nivel abarca los análisis de caso que son los más ricos analítica y empíricamente. Tres obras colectivas (Escobar y Álvarez, 1992; Álvarez, Dagnino y Escobar, 1998; Eckstein, 2001) recogen una muestra de ese abanico: identidades homosexuales (Brasil), protestas campesinas (Bolivia, Colombia y Perú), movimientos ciudadanos (Chile), democráticos (Brasil, Chile), eclesiásticos de base (Brasil y Colombia), étnicos e indígenas (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y Guatemala), ecológicos (Venezuela), guerrilleros (Perú), de mujeres (Brasil Chile, Ecuador), populares urbanos (Brasil, Chile, Uruguay) o populares radicales (México). También se publicaron estudios sobre un movimiento en un solo país: Sendero Luminoso en la serranía peruana (Stern, 1999), la identidad de los campesinos cocaleros en el Putumayo colombiano (Ramírez, 2001) o las asambleas barriales en Argentina (Di Marco, 2003); un movimiento en varios países: mujeres y lucha democrática en Argentina, Brasil, Chile, Perú y Uruguay (Jaquette 1994) y movimientos urbanos en Argentina, Brasil, Colombia y México (Perló et al., 1984); y diferentes movimientos en un solo país: Jelin (1985) sobre Argentina, o Ballón (1986) sobre Perú.
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Movimientos sociales en el siglo XXI es un libro importante y una lectura vivamente recomendada por varias razones. Su autor es un destacado representante de una nueva generación de científicos sociales
que apuestan a romper con los paradigmas convencionales de la sociología de los movimientos sociales y proponer nuevas e innovadoras
perspectivas analíticas, más adecuadas para dar cuenta de la enorme
diversidad cultural, organizacional y política de los procesos colectivos de resistencias y de luchas de las últimas dos o tres décadas. Los
paradigmas convencionales, de raíz eurocéntrica, trasladan al análisis
de los fenómenos colectivos ciertas presuposiciones acerca de la naturaleza y la agencia humana individual consideradas como universales.
Las concepciones estrechas de la racionalidad de estos paradigmas
no permiten valorar adecuadamente la diferentes lógicas temporales
y organizacionales, el papel de la espiritualidad o las complejas relaciones entre ciudadanía y subjetividad, y entre espacio público y vida
cotidiana.
Como profundo conocedor de esta tradición analítica, Pleyers da
cuenta que los límites analíticos de esta tradición derivan de la epistemología que le subyace. De ahí la necesidad de recurrir a nuevas
epistemologías, y en este caso, a las Epistemologías del Sur, como las
he designado, para así subrayar la necesidad de reorientar los aná
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