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Explicación:A pesar de los grandes esfuerzos de los no menos grandes abogados de las casas discográficas, la música en línea no deja de sonar.
Napster abrió el camino mediante una oferta increíble: tome todo lo que quiera sin pagar un centavo.
La música gratis solo pudo pasar ahora, gracias a una cantidad de eventos simultáneos: el acceso de alta velocidad a Internet permite bajar archivos gigantes con facilidad; con las grabadoras de CD se puede guardar la música; la tecnología digital hace cada nueva copia tan perfecta como el original, y la misma red facilita a gente de todo el mundo intercambiar archivos.
Para muchos, esta es la manifestación más pura de Internet: una comunidad abierta donde la información se comparte libremente. Pero para las compañías discográficas y los artistas, que viven de vender algo tan intangible como la música, esa libertad representa una amenaza.
La demandas contra Napster fueron un intento para combatirla. Pero las docenas de sitios similares que buscan ocupar su puesto prueban que controlar el flujo de información en Internet es una tarea casi imposible.