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Historia. El legado de San Martín
En un nuevo aniversario de la desaparición física del Libertador, su herencia más importante para el país continúan siendo los valores que defendió y que los gobernantes deberían retener permanentemente como ejemplo en su memoria
17 de Agosto de 2003
"Los pueblos que olvidan sus tradiciones, pierden la conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre tumbas gloriosas, son los que mejor preparan el porvenir."
Las palabras con que el entonces presidente Nicolás Avellaneda exhortó a repatriar los restos de San Martín, el 5 de abril de 1877, al conmemorarse el 59° aniversario de la batalla de Maipú, poseen hoy la vigencia que adquirieron en los días en que fueron pronunciadas. Entonces el país estaba dividido por profundos enconos políticos que no había logrado superar la proclamada "conciliación de los partidos", y aún se hallaba agobiado por las consecuencias de la más grave crisis económica soportada hasta entonces por la Argentina. El mandatario y estadista ilustre no sólo había querido promover el retorno de las cenizas del prócer, sino convocar a sus conciudadanos a la tarea de superar, en torno al ejemplo que brindaba la trayectoria del emancipador de medio continente, los peligros que amenazaban con resquebrajar irreparablemente el edificio de la Nación.
Hoy, ciento cincuenta y tres años después de la muerte de San Martín, en la Argentina, en el país del trigo, de los mares de ganado, de los ingentes recursos energéticos, del respeto y la apertura hacia todos los que quisieran venir a fecundarlo con su esfuerzo, hay inmensos bolsones de hambre y desempleo, el aparato educativo flaquea, la salud no es, para la mayoría, realidad ni esperanza; sobreviven los torvos flagelos de la corrupción y la inseguridad; agobia el desconcierto.
Sin embargo, para decirlo con palabras de este San Martín cada vez más ausente en las escuelas y en la memoria de sus conciudadanos, "para los hombres de coraje se han hecho las empresas". Cuando él encaró la suya de liberar la parte austral de América del Sur, las condiciones de aquel desierto salpicado de pequeñas poblaciones que era la Argentina resultaban infinitamente más graves y difíciles que las actuales. Había que hacerlo todo: crear confianza en la causa de la emancipación, levantar ejércitos y edificar instituciones, vencer la reticencia de los que no veían más allá de su realidad comarcana y superar el recelo de los que pretendían medrar sin importarles las consecuencias.
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espero te sirba.