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hola espero te ayude
Explicación:
El aparato digestivo tiene como principal función la digestión y absorción de nutrientes y agua contenidos en los alimentos, de forma que lleguen a todas las células del organismo. Sin embargo, el aparato digestivo cumple también una función inmunológica muy importante, ya que cuenta con una serie de mecanismos fisiológicos que nos protegen de bacterias, virus y otros patógenos que entran en el organismo. En los últimos años, se está dando una gran importancia al papel que juega la población de microbios que habita en nuestro intestino, la denominada microbiota intestinal, en la función inmunológica del aparato digestivo y, en consecuencia, en la salud intestinal.
Nuestra microbiota intestinal contiene 100 billones de microorganismos, incluyendo como mínimo 1000 especies diferentes de bacterias. Es de destacar que solo un tercio de nuestra microbiota intestinal es común a la mayoría de la gente, mientras que los otros dos tercios son específicos de cada persona, por lo que se podría describir como una “huella dactilar”, ya que es única para cada individuo. La mayor parte de las bacterias que componen la microbiota intestinal se encuentran en el íleon y en el colon y pertenecen a los filos Firmicutes, Bacteroidetes, Actinobacteria y Proteobacteria. Entre las principales funciones de estas bacterias intestinales se encuentran la digestión de alimentos que el estómago y el intestino grueso no pueden digerir, la producción de vitaminas (B12, K y ácido fólico), la participación en el desarrollo del sistema inmunitario intestinal y la protección frente a toxinas y microbios patógenos.
Existen varios factores que influyen en la composición de la microbiota intestinal que posee una persona como la vía de nacimiento, la edad, la genética o el origen geográfico. También factores que están relacionados con patologías, como la toma de antibióticos o el estrés, pueden alterar de una manera sustancial en un momento determinado nuestra población bacteriana intestinal. Sin embargo, el factor más importante que determina la composición de nuestra microbiota intestinal es la dieta.
La dieta desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la diversidad y el correcto funcionamiento de nuestra microbiota intestinal, hasta el punto de que se puede afirmar que “somos lo que comemos”. Por esta razón, es fundamental llevar una dieta variada y equilibrada. En este contexto, múltiples estudios han demostrado que alimentos denominados como prebióticos y probióticos pueden tener un efecto muy beneficioso para nuestra microbiota intestinal, por lo que es muy recomendable incluirlos en nuestra dieta para promover una microbiota sana. Los prebióticos, a veces llamados también fibra soluble, son ingredientes no digeribles de los alimentos que promueven selectivamente el crecimiento y la actividad de un número limitado de especies bacterianas autóctonas beneficiosas para la salud. Ingredientes que funcionan como prebióticos son por ejemplo la inulina y los fructooligosacáridos, los cuales se pueden encontrar de forma natural en vegetales y frutas. Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando son administrados en cantidades adecuadas, promueven beneficios en la salud del huésped, ya que ayudan a equilibrar la microbiota intestinal cuando se ha visto alterada por una mala alimentación, infecciones, estrés o tratamientos con antibióticos. Las bacterias que más se han utilizado como probióticos son de los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, las cuales pueden encontrarse añadidas a varios alimentos como yogures o leches fermentadas.
Aunque la microbiota intestinal puede adaptarse a los cambios producidos en la dieta, existen otros factores que pueden producir un desequilibrio en la composición de las poblaciones bacterianas, situación denominada “disbiosis intestinal”. En los últimos años, se han ido acumulando cada vez más evidencias de que efectivamente una disbiosis intestinal puede estar relacionada con problemas de salud, tales como el síndrome de intestino irritable, enfermedades inflamatorias intestinales o el cáncer colorrectal. Sin embargo, lo que ha resultado de mayor interés todavía para la comunidad científica es la participación demostrada de la microbiota intestinal en la fisiopatología de enfermedades como el autismo, la artritis reumatoide o el Alzheimer, lo que ha abierto nuevas puertas al descubrimiento de nuevas dianas terapéuticas frente a estas enfermedades.
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El aparato digestivo tiene como principal función la digestión y absorción de nutrientes y agua contenidos en los alimentos, de forma que lleguen a todas las células del organismo. Sin embargo, el aparato digestivo cumple también una función inmunológica muy importante, ya que cuenta con una serie de mecanismos fisiológicos que nos protegen de bacterias, virus y otros patógenos que entran en el organismo. En los últimos años, se está dando una gran importancia al papel que juega la población de microbios que habita en nuestro intestino, la denominada microbiota intestinal, en la función inmunológica del aparato digestivo y, en consecuencia, en la salud intestinal.
Nuestra microbiota intestinal contiene 100 billones de microorganismos, incluyendo como mínimo 1000 especies diferentes de bacterias. Es de destacar que solo un tercio de nuestra microbiota intestinal es común a la mayoría de la gente, mientras que los otros dos tercios son específicos de cada persona, por lo que se podría describir como una “huella dactilar”, ya que es única para cada individuo. La mayor parte de las bacterias que componen la microbiota intestinal se encuentran en el íleon y en el colon y pertenecen a los filos Firmicutes, Bacteroidetes, Actinobacteria y Proteobacteria. Entre las principales funciones de estas bacterias intestinales se encuentran la digestión de alimentos que el estómago y el intestino grueso no pueden digerir, la producción de vitaminas (B12, K y ácido fólico), la participación en el desarrollo del sistema inmunitario intestinal y la protección frente a toxinas y microbios patógenos.
Existen varios factores que influyen en la composición de la microbiota intestinal que posee una persona como la vía de nacimiento, la edad, la genética o el origen geográfico. También factores que están relacionados con patologías, como la toma de antibióticos o el estrés, pueden alterar de una manera sustancial en un momento determinado nuestra población bacteriana intestinal. Sin embargo, el factor más importante que determina la composición de nuestra microbiota intestinal es la dieta.
La dieta desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la diversidad y el correcto funcionamiento de nuestra microbiota intestinal, hasta el punto de que se puede afirmar que “somos lo que comemos”. Por esta razón, es fundamental llevar una dieta variada y equilibrada. En este contexto, múltiples estudios han demostrado que alimentos denominados como prebióticos y probióticos pueden tener un efecto muy beneficioso para nuestra microbiota intestinal, por lo que es muy recomendable incluirlos en nuestra dieta para promover una microbiota sana. Los prebióticos, a veces llamados también fibra soluble, son ingredientes no digeribles de los alimentos que promueven selectivamente el crecimiento y la actividad de un número limitado de especies bacterianas autóctonas beneficiosas para la salud. Ingredientes que funcionan como prebióticos son por ejemplo la inulina y los fructooligosacáridos, los cuales se pueden encontrar de forma natural en vegetales y frutas. Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando son administrados en cantidades adecuadas, promueven beneficios en la salud del huésped, ya que ayudan a equilibrar la microbiota intestinal cuando se ha visto alterada por una mala alimentación, infecciones, estrés o tratamientos con antibióticos. Las bacterias que más se han utilizado como probióticos son de los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, las cuales pueden encontrarse añadidas a varios alimentos como yogures o leches fermentadas.
Aunque la microbiota intestinal puede adaptarse a los cambios producidos en la dieta, existen otros factores que pueden producir un desequilibrio en la composición de las poblaciones bacterianas, situación denominada “disbiosis intestinal”. En los últimos años, se han ido acumulando cada vez más evidencias de que efectivamente una disbiosis intestinal puede estar relacionada con problemas de salud, tales como el síndrome de intestino irritable, enfermedades inflamatorias intestinales o el cáncer colorrectal. Sin embargo, lo que ha resultado de mayor interés todavía para la comunidad científica es la participación demostrada de la microbiota intestinal en la fisiopatología de enfermedades como el autismo, la artritis reumatoide o el Alzheimer, lo que ha abierto nuevas puertas al descubrimiento de nuevas dianas terapéuticas frente a estas enfermedades.