• Asignatura: Castellano
  • Autor: portillojason858
  • hace 6 años

Actividad 3. Lee un fragmento de la novela Miau, de Benito Pérez Galdós.

A las cuatro de la tarde, la chiquillería de la escuela pública de la plazuela del Limón salió

atropelladamente de clase, con algazara de mil demonios. Ningún himno a la libertad, entre los

muchos que se han compuesto en las diferentes naciones, es tan hermoso como el que

entonan los oprimidos de la enseñanza elemental al soltar el grillete de la disciplina escolar y

echarse a la calle piando y saltando. La furia insana con que se lanzan a los más arriesgados

ejercicios de volatinería, los estropicios que suelen causar a algún pacífico transeúnte, el delirio

de la autonomía individual que a veces acaba en porrazos, lágrimas y cardenales, parecen

bosquejo de los triunfos revolucionarios que en edad menos dichosa han de celebrar los

hombres... Salieron, como digo, en tropel; el último quería ser el primero, y los pequeños

chillaban más que los grandes. Entre ellos había uno de menguada estatura, que se apartó de la

bandada para emprender solo y calladito el camino de su casa. Y apenas notado por sus

compañeros aquel apartamiento que más bien parecía huida, fueron tras él y le acosaron con

burlas y cuchufletas, no del mejor gusto. Uno le cogía del brazo, otro le refregaba la cara con

sus manos inocentes, que eran un dechado completo de cuantas porquerías hay en el mundo;

pero él logró desasirse y... pies, para qué os quiero. Entonces dos o tres de los más

desvergonzados le tiraron piedras, gritando Miau; y toda la partida repitió con infernal zipizape:

Miau, Miau.

El pobre chico de este modo burlado se llamaba Luisito Cadalso, y era bastante mezquino de

talla, corto de alientos, descolorido, como de ocho años, quizá de diez, tan tímido que

esquivaba la amistad de sus compañeros, temeroso de las bromas de algunos, y sintiéndose sin

bríos para devolverlas. […]. Al doblar la esquina de las Comendadoras de Santiago para ir a su

casa, que estaba en la calle de Quiñones, frente a la Cárcel de Mujeres, uniósele uno de sus

condiscípulos, muy cargado de libros, la pizarra a la espalda, el pantalón hecho una pura

rodillera, el calzado con tragaluces, boina azul en la pelona, y el hocico muy parecido al de un

ratón. Llamaban al tal Silvestre Murillo, y era el chico más aplicado de la escuela y el amigo

mejor que Cadalso tenía en ella. Su padre, sacristán de la iglesia de Montserrat, le destinaba a

seguir la carrera de Derecho, porque se le había metido en la cabeza que el mocoso aquel

llegaría a ser personaje, quizás orador célebre, ¿por qué no ministro? La futura celebridad habló

así a su compañero: «Mia tú, Caarso, si a mí me dieran esas chanzas, de la galleta que les

pegaba les ponía la cara verde. Pero tú no tienes coraje. Yo digo que no se deben poner motes a

las presonas. ¿Sabes tú quién tie la culpa? Pues Posturitas, el de la casa de empréstamos. Ayer

fue contando que su mamá había dicho que a tu abuela y a tus tías las llaman las Miaus, porque

tienen la fisonomía de las caras, es a saber, como las de los gatos».

https://bit.ly/2EB6LGB

Responde en tu cuaderno:

1. ¿De qué trata el texto?

2. ¿En qué momento el autor usa la descripción como técnica para referirse a la realidad?

3. Explica el sentido de la frase subrayada en el texto.

4. ¿Cuáles son las ideas principales del texto?

5. ¿Por qué el texto pertenece a la corriente estética del realismo?​

Respuestas

Respuesta dada por: yuridiaalavez307
0

Respuesta:

las personas saben que tu no tienes la culpa

las presonas. ¿Sabes tú quién tie la culpa? Pues Posturitas, el de la casa de empréstamos. Ayer

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