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Respuesta:
Toda manifestación cultural es, ante todo, una expresión social. Algunas, como las
encuadradas tradicionalmente entre las Bellas Artes o la Literatura, están más mediatizadas
que otras por las cualidades individuales de sus ejecutores, hecho sobre el que el
romanticismo estético fundó una mística del genio entendido como una individualidad
situada por encima de sus circunstancias concretas. Sin embargo, a poco que se analicen las
condiciones en que cualquier manifestación cultural se desarrolla, adquiere un valor y lo conserva, vemos que debe su existencia a los mismos factores que operan en el contexto
ambiental que la engloba. Miguel Ángel, prototipo del genio, no hubiera sido nada en el vacío,
pero tampoco en circunstancias diferentes a las que le rodearon. Su indudable talento
necesitaba de unas condiciones ambientales específicas para desarrollarse: un marco políticosocial y una organización económica capaz de producir los excedentes necesarios para
financiar su obra, un horizonte ideológico en base al cual dotarla de un significado y valor,
unos medios de producción cuyo estado de desarrollo permitían transformar la materia bruta
en obras de arte...etc. De hecho, muchos son los “genios” que perecen en el más absoluto
anonimato por no tener la suerte de que en su vida concurran las circunstancias idóneas.