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Respuesta:
"El Rastro de tu Sangre en la Nieve" es el último de "Doce Cuentos Peregrinos" por Gabriel García Márquez. Este cuento tiene muchos temas tales como la sexualidad y el matrimonio prematuro, pero los temas más destacados son el destino y lo inesperado y al final podemos ver presente el dolor.
Explicación:
Respuesta:
Al anochecer, cuando llegaron a la frontera, Nena Daconte se dio cuenta de que el
dedo con el anillo de bodas le seguía sangrando. El guardia civil con una manta de
lana cruda sobre el tricornio de charol examinó los pasaportes a la luz de una
linterna de carburo, haciendo un grande esfuerzo para que no lo derribara la presión
del viento que soplaba de los Pirineos. Aunque eran dos pasaportes diplomáticos en
regla, el guardia levantó la linterna para compro bar que los retratos se parecían a
las caras.
Nena Daconte era casi una niña, con unos ojos de pájaro feliz y una piel de melaza
que todavía irradiaba la resolana del Caribe en el lúgubre anochecer de enero, y
estaba arropada hasta el cuello con un abrigo de nucas de visón que no podía
comprarse con el sueldo de un año de toda la guarnición fronteriza. Billy Sánchez
de Ávila, su marido, que conducía el coche, era un año menor que ella y casi tan
bello y llevaba una chaqueta de cuadros escoceses y una gorra de pelotero. Al
contrario de su esposa, era alto y atlético y tenía las mandíbulas de hierro de los
matones tímidos. Pero lo que revelaba mejor la condición de ambos era el
automóvil platinado, cuyo interior exhalaba un aliento de bestia viva, como no se
había visto otro por aquella frontera de pobres. Los asientos posteriores iban
atiborrados de maletas demasiado nuevas y muchas cajas de regalos todavía sin
abrir. Ahí estaba, además el saxofón tenor que había sido la pasión dominante en la
vida de Nena Daconte antes de que sucumbiera al amor contrariado de su tierno
pandillero de balneario.
Cuando el guardia le devolvió los pasaportes sellados, Billy Sánchez le preguntó
dónde podía encontrar una farmacia para hacerle una cura en el dedo a su mujer, y
el guardia le gritó contra e1 viento que preguntaran en Indaya, del lado francés.
Pero los guardias s de Hendaya estaban sentados a la mesa en mangas de camisa,
jugando barajas mientras comían pan mojado en tazones de vino dentro de una
garita de cristal cálida y bien alumbrada, y les bastó con ver el tamaño y la clase del
coche para indicarles por señas que se internaran en Francia. Billy Sánchez hizo
sonar varias veces la bocina, pero los guardias no entendieron que los llamaban,
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