• Asignatura: Castellano
  • Autor: fernando172004ov6d1j
  • hace 6 años

Según éste texto, cuál es la especialidad de este reidor? HEINRICH BÖLL La aventura y otros relatos (Adaptación) Cuando me preguntan la profesión, me entra timidez: me ruborizo, tartamudeo, yo, de quien todo el mundo suele decir que soy un hombre seguro de mí mismo. Envidio a la gente que puede decir: «Soy albañil». A los peluqueros, contables y escritores les envidio la sencillez de sus declaraciones, porque todos esos oficios se explican por sí mismos y no exigen largas aclaraciones. En cambio, yo estoy obligado a contestar a esas preguntas diciendo: «Soy reidor». Semejante declaración exige otras, ya que a la segunda pregunta de «Y ¿vive de eso?», tengo que contestar «Sí», ateniéndome a la verdad. Vivo, efectivamente, de mi risa, y vivo bien, porque mi risa es –en términos comerciales– muy rentable. Para evitar explicaciones bochornosas, me califiqué durante mucho tiempo de actor; pero me gusta la verdad, y la verdad es que soy un reidor. No soy payaso ni actor cómico, no trato de alegrar a la gente, sino que exhibo alegría: me río como un emperador romano o como un sensible estudiante de bachillerato; la risa del siglo XVII me es tan familiar como la del siglo XIX y, si no hay más remedio, paso revista con mi risa a todos los siglos, a todas las clases sociales y a todas las edades. Ni que decir tiene que este oficio es cansado, sobre todo porque domino la risa contagiosa; así que me he hecho imprescindible para los cómicos de tercero y cuarto orden que, con razón, temen por sus momentos culminantes y me tienen a mí, casi cada noche, en los locales de varietés, como una especie sutil de claque, para reír de manera contagiosa cuando el programa decae. El trabajo tiene que estar cronometrado: mi risa, bonachona o alocada, no puede estallar demasiado pronto ni tampoco demasiado tarde, sino en el momento oportuno. Entonces me echo a reír a carcajadas, según estaba previsto, y todo el público alborota conmigo, con lo que queda salvado el bache. Todo el mundo comprenderá que, después del trabajo o durante las vacaciones, tengo poca tendencia a reírme. El que ordeña vacas se siente feliz cuando las pierde de vista, y el albañil desea olvidar el mortero; los carpinteros suelen tener en su casa puertas que no funcionan o cajones que solo se abren con gran dificultad; los toreros acostumbran a tener afición a las palomas y palidecen cuando a sus hijos les sangran las narices. Lo comprendo perfectamente, porque en los días de asueto yo no me río nunca. Soy un hombre mortalmente serio y la gente me considera –quizás con razón– un pesimista. Al principio de casados, mi mujer me decía a veces: «¡Ríete un poco!»; pero con los años se ha ido dando cuenta de que no la puedo complacer en ese deseo. Me siento feliz cuando puedo distender los cansados músculos de mi rostro, o reposar con profunda seriedad mi agitado ánimo. Incluso me pone nervioso que se rían los demás, porque me recuerda excesivamente mi oficio. Llevamos, pues, una vida silenciosa y pacífica, porque mi mujer ha olvidado también la risa; de vez en cuando, descubro en ella una leve sonrisa y entonces sonrío yo también. Los que no me conocen me creen reservado. Tal vez lo sea, porque con demasiada frecuencia tengo que abrir la boca para reír

Respuestas

Respuesta dada por: cinnatali1536
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Respuesta: según el texto la especialidad de este reidor es que tiene una  risa muy  contagiosa y que sabe el momento justo para soltar su risa que contagia al resto.

Explicación:

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