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¿Cómo combates el pecado?
Respuestas
Respuesta:
1. Reconoce tu condición de pecador.
El fracaso de muchos cristianos radica en que no fueron humildes para reconocer sus debilidades, nunca confesaron sus pecados, y nunca fueron confrontados. “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13).
2. Practica las disciplinas espirituales.
Seguramente ya sabes que necesitas orar, leer la Biblia, congregarte, ayunar, etc. Pero parece que cada día son más los cristianos que no son constantes en las disciplinas espirituales que tanto necesitamos.
Si Jesús usó la Palabra para vencer, ¿cuánto más necesitamos nosotros de ella?
La Biblia nos habla de muchos hombres piadosos que tenían comunión con Dios, pero Jesús es el mejor ejemplo de todos. Los evangelios nos muestra a Jesús en acción, no solo sanando enfermos y liberando a los cautivos, sino practicando los disciplinas espirituales.
Si de oración se trata, Jesús también es nuestro ejemplo y maestro por excelencia. En Mateo 6:13 vemos la importancia que Él otorga a la oración como un arma para vencer la tentación y mortificar el pecado.
Sin la oración es imposible vencer en la lucha contra el pecado. “Con toda oración y súplica oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia y súplica por todos los santos (Ef. 6:18). “Velen y oren para que no entren en tentación” (Mateo 26:41). Como el obispo J.C Ryle ha dicho: “La oración y el pecado no pueden vivir en el mismo corazón: o la oración consumirá el pecado, o el pecado ahogará la oración”.
La oración y atesorar la Palabra de Dios son dos de los hábitos más importantes que necesitamos para hacer morir el pecado a diario.
3. Reconoce tus zonas de peligro.
Debemos ser sabios al reconocer nuestras debilidades, o, dicho de otra forma, saber cuáles son nuestras zonas de peligro (Mateo 26:41; 1 Pedro 5:8).
Así como Chernobyl es una zona de riesgo para quienes estén cerca, rodeada de carteles que dicen “¡Peligro!”, nosotros también debemos cuidarnos de lo que nos hace daño. Hay escenarios, situaciones, estados de ánimo, lugares, y tiempo en donde somos más vulnerables a las tentaciones.
Si reconocemos nuestras debilidades o zonas de peligro, podemos tomar medidas drásticas para evitar caer en los deseos de la carne.
No podemos luchar contra el pecado sin tener la mirada puesta en Cristo.
Teniendo la mirada en Jesús
Por supuesto, no podemos luchar contra el pecado sin tener la mirada puesta en Cristo. Su sangre derramada por nosotros es la mayor motivación a vivir en santidad, y el mayor consuelo cuando hemos fallado en eso.
Jesús nos dará las fuerzas necesarias para vencer, para la gloria de Dios:
Confías en Él (¡hoy!) para luchar contra tu pecado y vivir amando más a Dios.
Explicación: