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El feto humano se desarrolla en el ambiente estéril de la cavidad uterina y su colonización comienza durante su paso por el canal vaginal y el contacto con la flora fecal materna durante el parto. Otras fuentes de bacterias para la formación de la población microbiana del tubo digestivo del recién nacido son la piel materna y el medio ambiente que lo rodea. Este último puede transmitirle incluso patógenos de diverso tipo desde los primeros días de vida (4). El proceso de colonización no sería un proceso enteramente al azar sino que seguiría una secuencia en que diferentes superfamilias de bacterias se suceden en el tiempo con la participación adicional de la leche materna que también proporciona al recién nacido diversos nutrientes, algunos de ellos con propiedades de prebióticos y antimicrobianas (5-8), además de microorganismos probióticos, como se verá a continuación.
Los probióticos y la leche materna. En un estudio de Collado y cols. efectuado en muestras de leche de 50 madres se detectó mediante PCR cuantitativa en tiempo real, (qRT-PCR) la presencia de diversos géneros o conjuntos (clusters) de bacterias que incluían predominantemente Staphylococcus, Streptococcus, Bifidobacterium, y Lactobacillus además de Enterococcusy Clostridium XIXa-XIVb, con frecuencias más bajas de Bacteroides y Clostridium cluster IV sólo en dos muestras. Los recuentos totales de microorganismos expresados como logaritmo decimal de los equivalentes de genoma por mililitro fueron 6,03 ± 0,75 (aproximadamente un millón de microorganismos por ml) (9). La composición de esta microbiota varía dependiendo de la etapa y duración de la lactancia; por otra parte, la microbiota del calostro es diferente de aquella presente en la etapa de lactancia madura o de los meses finales del proceso (10). La microbiota de la leche materna depende también del estado nutricional de la madre y es menos diversa en las mujeres obesas (10).