• Asignatura: Religión
  • Autor: dafernandez334
  • hace 7 años

una reflexión sobre la presencia de Cristo en la eucaristía.​

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Respuesta dada por: Elmaximosoltero123
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El presente Año de la Eucaristía, a la vez que estimula una devoción mayor, ha sugerido una nueva reflexión teológica sobre los varios aspectos de la Eucaristía como sacrificio, como presencia real y como comunión.

La presencia real, investigada con gran sutileza durante la Edad Media, fue uno de los puntos centrales de controversia entre los cristianos a partir del periodo de la Reforma. Lutero, aunque ponía en tela de juicio la transubstanciación, mantuvo firmemente la opinión sobre la presencia real y sustancial de Cristo, si bien la mayor parte de los demás protestantes no estaba de acuerdo, por lo menos verbalmente. En los últimos decenios ha habido en ámbito católico cierta confusión sobre la presencia real. La Conferencia episcopal estadounidense, haciéndose cargo pastoralmente de la necesidad de puntualizar, publicó en 2001 un útil opúsculo titulado La presencia real de Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía: las preguntas y las respuestas fundamentales. En este artículo hablaré del fundamento teológico de la enseñanza católica oficial.

Después de la consagración, el sacerdote, en cada misa, proclama que la Eucaristía es un mysterium fidei. La presencia real lleva a la mente humana al límite extremo de su capacidad. Al final debemos reconocer que es un misterio inefable y que debe ser aceptado con admiración y estupor. Es una verdad que sólo la mente de Dios puede comprender completamente. Sin embargo, hemos de decir algo, puesto que Dios no se ha revelado simplemente para envolvernos en el misterio. Quiere que imitemos a la Santa Virgen que reflexionó profundamente sobre las palabras que le fueron dichas.

Ante todo hay que decir que la Iglesia acepta la presencia real como materia de fe porque está incluida en la palabra de Dios, como atestiguan la Sagrada Escritura y la Tradición. Jesús dijo claramente: «Este es mi cuerpo… esta es mi sangre» y, polemizando con los judíos, repitió que no estaba usando una metáfora. «Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él» (Jn 6, 55-56).

Muchos discípulos consideraron estas palabras muy duras y lo dejaron, pero Jesús no modificó sus afirmaciones para que volvieran.

Los Padres y los Doctores de la Iglesia han confesado con confianza la presencia real, siglo tras siglo, pese a todas las objeciones y malentendidos. Finalmente, en 1551, el Concilio de Trento ofreció una exposición completa de la doctrina católica de la Eucaristía dando mucha importancia a la presencia real. Desde entonces, repetida por muchos papas y documentos oficiales, la enseñanza de Trento sigue siendo normativa. El Catecismo de la Iglesia católica la cita a la letra (Catecismo de la Iglesia católica 1374. 1376-1377).

Hablando de la presencia de Cristo en este sacramento el Concilio de Trento usa tres adverbios. Jesús está presente en la Eucaristía «verdadera, real y sustancialmente» (Denzinger-Schönmetzer 1651). Estos tres adverbios son las llaves que abren la puerta de la enseñanza católica y excluyen puntos de vista contrarios que hay, por tanto, que rechazar1.

Diciendo en primer lugar que Cristo está contenido verdaderamente en las especies eucarísticas, el Concilio rechazó la idea de que el sacramento sea meramente un símbolo o una figura que señala un cuerpo que está ausente o que quizá está en alguna parte en el cielo. Esta afirmación va contra el hereje Berengario del siglo XI y contra algunos seguidores suyos protestantes del siglo XVI.

En segundo lugar la presencia es real, es decir, es ontológica y objetiva. Ontológica porque sucede a nivel del ser; objetiva porque no depende de los pensamientos o de los sentimientos del ministro o de los comulgantes. El cuerpo y la sangre de Cristo están presentes en el sacramento en virtud de la promesa de Cristo y del poder del Espíritu Santo que están vinculados a la ejecución correcta del rito por parte de un ministro válidamente ordenado.

Al enseñar esto, la Iglesia rechaza la idea de que la fe sea el instrumento que determina la presencia de Cristo en el Sacramento. Según la enseñanza católica, la fe no hace a Cristo presente, pero reconoce con gratitud esa presencia y permite que la santa comunión dé sus frutos de santidad. Recibir el Sacramento sin fe es inútil, incluso pecaminoso, pero la falta de fe no hace que la presencia sea irreal.

En tercer lugar, el Concilio de Trento nos dice que la presencia de Cristo en el Sacramento es sustancial. La palabra “sustancia” no se usa aquí como un término filosófico técnico, como en la filosofía de Aristóteles. Ya se usaba en la alta Edad Media mucho antes de que circularan las obras de Aristóteles. “Sustancia” en el uso común define la realidad fundamental de la cosa, lo que la cosa es en sí. Derivada de la raíz latina sub-stare, significa eso que está debajo de las apariencias, que pueden cambiar en cualquier momento dejando el objeto intacto.

Respuesta dada por: casimiraruizdiaz
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Respuesta:

Las Iglesias de Comunión Anglicana, sostienen que el pan y el vino una vez consagrados, son el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sin analizar qué pasa con las substancias primarias, simplemente en las palabras del Señor Jesús: «Este pan es mi Cuerpo», «este vino es mi sangre», por eso se le considera, Jesucristo ...

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