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Respuesta:
espero que te ayude
Explicación:
al fin de analizar el efecto de la política petrolera sobre la evolución de las sociedades colombiana y ecuatoriana, hay que entender cuál fue el impacto de la evolución reciente de este sector sobre el conjunto de la economía y en qué medida ésta condicionó la política económica. Hasta la década del sesenta, Ecuador y Colombia desarrollaron una actividad petrolera algo errática y exportaban escasas cantidades de petróleo o lograban apenas la autosuficiencia. En 1973, figuraban todavía entre los pequeños productores, ya que cada uno tenía alrededor del 4% de las reservas probadas de América Latina y producían, respectivamente, el 6,5% y el 3% del total regional. En la medida en que el consumo aumentaba más rápido que la producción, la dependencia de la industria hacia el petróleo se acompañó de una creciente dependencia de esos países hacia otros.
2En Ecuador, esta situación cambió en la década del setenta, cuando este país se volvió exportador neto de petróleo, gracias a los importantes descubrimientos realizados en la región amazónica por el consorcio Texaco—Gulf Oil. Tras adherirse a la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en 1973 y nacionalizar la filial ecuatoriana de Gulf Oil en 1976, la empresa nacional CEPE (Corporación Estatal de Petróleos del Ecuador) se convirtió en el principal accionista de la concesión Texaco, Ecuador se volvió uno de los países más activos en la difusión del modelo nacionalista. Sin embargo, el crecimiento desmedido de la deuda externa le obligó a declararse en suspensión de pagos en 1984, mientras los precios del petróleo iniciaban un decrecimiento irreversible en los mercados mundiales. En Colombia, país que se volvió importador neto en 1975, la empresa pública Ecopetrol5 asumió la iniciativa de nuevas inversiones de exploración petrolera, que no tuvieron resultados positivos hasta 1984. Aunque la crisis financiera no haya sido tan grave en este país, Colombia fue parte, como el Ecuador, de la “tercer ola” de planes de ajustes estructurales a principios de la década del noventa.
3La crisis de la deuda aumentó, entonces, la toma de conciencia que se había esbozado tras el primer choque petrolero, la creciente interdependencia de las economías y la pérdida de autonomía de los Estados en el dominio de las políticas económicas (Adda 1996 b: 62). Las investigaciones de Garay, Puyana y Doryan Garrón muestran que aquella política petrolera fue tanto una causa como una consecuencia de la crisis de la deuda y refleja una nueva dependencia hacia los recursos naturales, cuyo precio depende de factores que escapan al control del Estado (Cf. Garay, 1994; Puyana et al., 1996; Puyana et al., 1998; Doryan Garrón et al., 1992). En efecto, el estancamiento de las reservas y de la producción de los medianos productores en la década del ochenta, junto con el alza continua de las necesidades de productos petroleros, crearon una creciente dependencia hacia las inversiones externas. Al ritmo de producción de las décadas de los ochenta y noventa, la esperanza de vida de las reservas probadas en 1994 era de 25 años para Ecuador y Colombia. De tal suerte que, a principios de la década del noventa, ambos países fueron obligados de flexibilizar las condiciones reglamentarias para atraer nuevos capitales y estimular la exploración. Es así como las reformas llevadas a cabo en la industria petrolera en la década del noventa acompañaron a las reformas económicas neoliberales, lo que refleja juiciosamente la expresión “ajuste petrolero” forjada por Campodónico (1996).
4Aquella crisis económica se acompaña de una crisis política que retoma, sin duda alguna, formas particulares en cada país, pero que tiene la misma incidencia sobre el desarrollo de los conflictos socio-ambientales vinculados con la actividad petrolera. Ello se debe, en particular, a la debilidad histórica del Estado, que padece una falta de legitimidad en la región amazónica y que fue incapaz de superar la crisis del modelo de desarrollo basado en la sustitución de importaciones. En Ecuador, esto dio como resultado el regreso del populismo y la inestabilidad política crónica desde que los militares dejaron el poder en 1979. El derrocamiento de Abdalá Bucaram en febrero de 1997 y luego el de Jamil Mahuad en enero de 2000 muestran, de forma dramática, que el divorcio entre el poder legislativo y el ejecutivo puede paralizar la vida política del país y, desde luego, atrasar las reformas cruciales tanto para la economía como para la consolidación democrática. Esta situación se vuelve aún más problemática con la dolarización de la economía, que se realizó en el año 2000 sin una verdadera
Respuesta:
Bueno POS la respuesta de arriba es la mejor manera