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la economía mundial marchó al ritmo de la guerra comercial y de las presiones en los mercados financieros y de valores, que habrían llevado a un crecimiento global del 3,7 % según los pronósticos preliminares del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero esta misma dosis podría aplicarse para 2019, con resultados menos halagüeños, pues las estimaciones del FMI y de otros centros de análisis económico apuntan a que llegarían a niveles de entre 3,5 y 3,6%.
Mientras en el mundo todavía decenas de países siguen calculando cómo terminó comportándose la economía en 2018, algunos que ya hicieron estas cuentas celebran los resultados mientras que otros analizan cómo mejorar los débiles resultados del pasado.
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En el grupo de los países con mejores resultados en América Latina, Perú y Chile se llevaron las palmas pues registraron el año pasado crecimientos en su Producto Interno Bruto, PIB, equivalente al 4%.
En el caso de chile, el crecimiento estuvo impulsado por el comportamiento de la minería de cobre, pero también por el buen desempeño de los servicios personales y el comercio. Pero también el consumo interno se convirtió en un gran motor de eta economía desde el gasto, pues creció 4,7% debido a la dinámica que tuvo el consumo de personas y la inversión.
Perú, por su parte, mantuvo crecimiento pese a la persistente crisis política y a factores climáticos que el nuevo gobierno pudo sortear, y que se conjugaron con un buen desempeño del sector agroindustrial, particularmente el pesquero, y también el industrial. Solo la minería tuvo un comportamiento menos dinámico, de acuerdo con datos del Inei, el organismo que lleva las estadísticas en este país.
En el rango medio de la tabla de crecimiento de los países de América Latina se ubican Colombia, México y Brasil. Colombia alcanzó un crecimiento en su economía de 2,7%, según el Dane, todavía insuficiente para lograr los niveles de desarrollo requeridos, pero dentro de las expectativas que tenían los analistas. México, por su parte, logró remontar los negativos pronósticos que se habían derivado de la guerra comercial lanzada por el presidente Donald Trump, que decidió renegociar la mayoría de los acuerdos comerciales, afectando a sus principales socios. A pesar de este escenario, alcanzó una variación de 2% en su economía.
En el caso de Brasil, el crecimiento de apenas 1,1% sigue el siendo resultado de la prolongada crisis económica y política que desde hace varios años enfrenta el país más poblado de Suramérica. Con el cambio de gobierno, se espera que comience a repuntar la actividad productiva en este gigante.
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Entre las economías latinoamericanas la peor cifra fue la reportada por Argentina, cuya economía sigue postrada y ha requerido incluso la intervención y apoyo del Fondo Monetario Internacional, que en 2018 hizo millonarios desembolsos para frenar la crisis cambiaria en ese país. Esta economía tuvo una caída del 2,6%, el peor resultado desde 2009 de acuerdo con los reportes del instituto de estadísticas Indec.
Otro resultado negativo en America Latina lo habría registrado Venezuela, cuyas cifras oficiales se desconocen pero el Fondo Monetario Internacional, FMI, las calcula; en este país la caída del PIB pudo haber llegado al 18 por ciento. Esto agudiza aun más la destrucción de la economía, que en los cuatro años anteriores perdió 50% de su valor, según cálculos de la entidad multilateral.
Cómo le fue al mundo
Para buena parte de los países desarrollados, el 2018 no trajo muchas noticias para celebrar. En la Unión Europea el crecimiento de los países que la integran registraron una variación positiva del 1,9 el más bajo desde 2015. En el grupo se destaca España, con una variación del 2,5%, uno de los mejores registros junto con Portugal, con el 2,1%. Resultados menos positivos registraron Reino Unido, cuyo aumento del PIB fue del 1,4%, similar al de Alemania, que todavía no logra reencontrar el camino hacia el crecimiento económico.
De hecho, la debilidad observada en las economías europeas en 2018 obligó al Banco Central Europeo, BCE, a aplazar, por un año más el aumento en las tasas de interés, el primero que se daría desde la crisis de 2010. Aunque estaba programado que este año empezaría el aumento en las tasas, la entidad decidió esperar hasta que se note alguna recuperación.
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