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La invasión napoleónica de la Península también provocará profundos cambios en los territorios ultramarinos. Se produce la misma reacción contra el invasor. Los sucesos peninsulares son conocidos en América entre mayo y agosto de 1808 a través de los puertos de Veracruz, Buenos Aires, Caracas y La Habana. A estas alturas, España se ha levantado en armas contra los franceses, que son derrotados en la Batalla de Bailén (19 de julio) obligando al rey José I a abandonar la capital Madrid.
La noticia del acceso de Fernando VII a la Corona llena de alegría a América, pero pronto se ve empañada por la noticia de su abdicación. No obstante, se procede a la jura de fidelidad al nuevo monarca en las capitales y ciudades más importantes de los virreinatos desligándose de esta manera de la obediencia debida a los franceses.
Pese a las últimas noticias, se crea un estado de confusión que afectará de manera dispar a los territorios americanos en función de las afinidades monárquicas, pero con los mismos planteamientos: alegría por la caída de Manuel Godoy y el ascenso de Fernando VII, y oposición al cambio dinástico encarnado en la familia Bonaparte.
Ante la falta de confirmación de los acontecimientos acaecidos, los responsables de la Administración, de la Iglesia, de las Audiencias y de los Cabildos se reúnen en juntas para analizar y compartir la responsabilidad del gobierno. En el verano de 1808 nacían las Juntas Supremas Provinciales, que se extendieron por todos los territorios de la Monarquía española en América. Estas juntas surgieron como rechazo al colaboracionismo que las instituciones tradicionales mantenían con los invasores franceses.
En España, la Junta Suprema de Sevilla decide enviar emisarios a América para fidelizar los territorios destacando las figuras de Juan Jabat (Ochagavia, Navarra, 1782-La Habana, Cuba, 1825) o José Manuel de Goyeneche (Arequipa, Perú, 1775-Madrid, 1846), futuro Conde de Guaqui. Napoleón hará lo mismo.
En La Habana triunfa la posición realista por miedo a convertirse en un nuevo Haití. Caracas reconoce a la Junta Suprema de Sevilla y se niega a formar una junta de gobierno en la capital. En México, el virrey José de Iturrigaray (Cádiz, 1742-Cádiz, 1815) despertará todos los recelos antifranceses de sus gobernados lo que provocó su sustitución por Pedro de Garibay (Alcalá de Henares, Madrid, 1722-México, D.F., 1815).
En la Audiencia de Charcas, la revolución de Chuquisaca, en mayo de 1809, supuso la destitución del gobernador acusado de actuar a favor de la reina de Portugal, la infanta Carlota Joaquina de Borbón (Aranjuez, Madrid, 1775-Lisboa, Portugal, 1830), hermana de Fernando VII, que pretendía convertirse en regente mientras durara la prisión de éste. El Río de la Plata vivió el enfrentamiento entre Javier Elío (Pamplona, Navarra, 1767-Valencia, 1822), gobernador de Montevideo, y el virrey Santiago de Liniers (Niort, Francia, 1753-Córdoba de Tucumán, Argentina, 1810) por el ambiguo apoyo de este último al rey Fernando VII. Esto provoca la constitución de una Junta gubernativa en nombre del monarca en Montevideo al mando de Elío. Y en Lima, se procede a la proclamación y jura del rey Fernando VII con el virrey José de Abascal (Oviedo, Asturias, 1742-Madrid, 1821) a la cabeza.
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