resumen de El comerciante sin suerte


jiangkianrodriguezai: Había una vez un comerciante que después de unos malos negocios, se lamentaba de su mala suerte. Un viajero que pasaba por allí le preguntó qué le apenaba, y al oír que era un hombre con muy mala suerte, abrió el saco que llevaba y sacó un extraño artilugio, formado por dos vasos de cristal unidos por la mitad, decorados con extraños dibujos
jiangkianrodriguezai: Y ante el asombro del mercader, le explicó que aquellas semillas eran las semillas de la suerte; las de la buena suerte, las verdes, y las de la mala suerte, las rojas. Nunca podían separarse las vasijas, y cuando alguna de ellas se llenaba, provocaba múltiples sucesos de buena o mala suerte, según se hubieran desbordado unas semillas u otras.
jiangkianrodriguezai: El comerciante, ilusionado, agradeció el regalo, sin llegar apenas a escuchar las últimas palabras del viajero, advirtiéndole lo difícil que era utilizar aquellas vasijas. Esperanzado, examinó con cuidado las semillas verdes, las de la buena suerte. Aunque no le eran familiares, estaba seguro de poder encontrar alguien a quien comprarle varias vasijas
jiangkianrodriguezai: Ahi esta

Respuestas

Respuesta dada por: vanareas1994
5

Respuesta:

niño ahorita le habló que estoy almorzando

Respuesta dada por: escobarbelizario7
6

Había una vez un comerciante que después de unos malos negocios, se lamentaba de su mala suerte. Un viajero que pasaba por allí le preguntó qué le apenaba, y al oír que era un hombre con muy mala suerte, abrió el saco que llevaba y sacó un extraño artilugio, formado por dos vasos de cristal unidos por la mitad, decorados con extraños dibujos

Y ante el asombro del mercader, le explicó que aquellas semillas eran las semillas de la suerte; las de la buena suerte, las verdes, y las de la mala suerte, las rojas. Nunca podían separarse las vasijas, y cuando alguna de ellas se llenaba, provocaba múltiples sucesos de buena o mala suerte, según se hubieran desbordado unas semillas u otras.

El comerciante, ilusionado, agradeció el regalo, sin llegar apenas a escuchar las últimas palabras del viajero, advirtiéndole lo difícil que era utilizar aquellas vasijas. Esperanzado, examinó con cuidado las semillas verdes, las de la buena suerte. Aunque no le eran familiares, estaba seguro de poder encontrar alguien a quien comprarle varias vasijas

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