• Asignatura: Historia
  • Autor: sagetanadiy1998
  • hace 7 años

resumen del cuento tristes querellas en la vieja quinta
AYUDA PLEASE!!!!​

Respuestas

Respuesta dada por: ValeM2007
85

Explicación:

Cuando Memo García se mudó la quinta era nueva, sus muros estaban impecablemente pintados de rosa, las enredaderas eran apenas pequeñas matas que buscaban ávidamente el espacio y las palmeras de la entrada sobrepasaban con las justas la talla de un hombre corpulento. Memo entonces había ya perdido su abundante cabello oscuro, parte de sus dientes, su andar se hizo más lento y moroso, sus hábitos de solterón más reiterativos y prácticamente rituales. La quinta envejeció junto con Memo, presenció nacimientos, bodas y entierros y entró en una época de decadencia que, por ello mismo, la había impregnado de cierta majestad. Memo recordaba con nostalgia sus paseos de antaño por calles arboladas de casas bajas, calles perfumadas, tranquilas y silenciosas, por donde rara vez cruzaba un automóvil y donde los niños podían jugar todavía al fútbol.

Memo ocupó desde el comienzo y para siempre un departamento al fondo de la quinta, en el pabellón transversal de dos pisos, donde se alojaba la gente más modesta. Memo esperó pacientemente que bajara las escaleras. Al día siguiente Memo notó que a su cactus le faltaba otro de sus brazos y esa misma noche, esperando que doña Pancha se durmiera, echó a los bajos su maceta con dalias. Memo concilió tarde el sueño, temiendo que doña Pancha arrasara esa noche el resto de su boscaje. Memo pasó unos días sosegados, observando por la ventana a su vecina ocupada en sus trajines cotidianos, regar el resto de sus flores, barrer y baldear la galería, ir de compras o a misa.

Memo coligió que doña Pancha debía haber partido hacia alguna de esas estaciones de baños termales, uno de esos lugares donde los viejos se reúnen en pandilla con la esperanza de retardar la hora de la cita con la muerte. Una mañana Memo descubrió que en la jaula vacía que doña Pancha trajera el día que se mudó y que desde entonces colgaba sobre el dintel de su puerta había un loro. Memo dedujo de inmediato que esa adquisición no era un mero pasatiempo sino una acción dirigida contra su persona.

Memo soportó los primeros días esa cantaleta, confiado en que su vecina terminaría por desistir. Cada día Memo preparaba una batería de agravios inéditos, pero que no hacían mella en su vecina. Memo comenzó a pensar que esta vez se había embarcado en una batalla sin salida o que tal vez era necesario replantear desde el comienzo toda su estrategia. Cuando Memo juzgó que ya había ganado su confianza le colocó una cadenilla y salió a pasearse con él por la galería.

Cuando el gato se familiarizó más con la casa, Memo le permitió salir al corredor y tomar el sol al lado de su ciprés.

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