Por qué los grandes supermercados y centros comerciales pueden reabrir sus comercios y no los moteles o medianos restaurantes
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on la puerta a medio abrir trabajan algunos negocios formales que todavía no cuentan con la autorización del Comité de Operaciones de Emergencia (COE) Nacional. Peluquerías, talleres mecánicos, ferreterías, restaurantes y lavadoras de vehículos son ejemplos de empresas que prestan servicios aunque estén imposibilitadas de hacerlo, según las directrices del Decreto Ejecutivo 1017. Hasta el 6 de mayo, el Ministerio de Trabajo registraba 190 negocios cerrados por esta razón. Desde el pasado 4 de mayo, rige la ‘nueva normalidad’ y solo están autorizadas las actividades comerciales a través de pedidos en línea o llamadas. La entrega de productos solo se puede realizar a domicilio y no se debe atender a los clientes en los establecimientos. Los únicos que pueden hacerlo son los supermercados, las farmacias y los bancos. Sin embargo, en un recorrido efectuado el lunes 11 de mayo del 2020 por este Diario en algunas cuadras de las avenidas de la Prensa y Machala, en el norte de Quito, se pudo evidenciar que más de 20 negocios comercializaban toda clase de productos al público. Una breve búsqueda en Facebook permite hallar varias publicaciones de establecimientos que también laboran de esta forma: “a puerta cerrada, tomando las medidas de seguridad”, “no hay atención al público directamente”, “atendemos con cita previa”. Los dueños de esos negocios justifican que lo hacen porque la situación económica “no aguanta más” y viven a la expectativa de que sus actividades sean autorizadas, con las debidas normas de bioseguridad, para no ser clausurados. Enrique, dueño de una barbería en el norte de Guayaquil, trabaja así desde hace dos semanas. La crisis lo obligó a implementar esta modalidad para generar más ingresos. “No podíamos depender del servicio a domicilio, no alcanza. Los artesanos vivimos del día a día y debemos tener formas de ganar dinero”, dijo. En su local, recibe máximo a dos clientes por turno. Los empleados utilizan mascarillas y guantes. De cuatro barberos, solo dos están operando para evitar aglomeraciones. Una comercializadora de artículos de madera para el hogar también adoptó esta modalidad. Cuando se inició la cuarentena, el sitio cerró temporalmente la atención al público y realizaba ventas por varios canales digitales. Ampliar Un establecimiento de arreglo de celulares y venta de accesorios abrió la atención a clientes en su tienda. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO. Con el paso de los días la necesidad de obtener ingresos se agudizó y desde hace dos semanas se lanzaron a ofrecer los productos “a puerta cerrada” con todas las precauciones de bioseguridad, a fin de “garantizar la protección de los clientes y de los empleados”. La propietaria del local pide a las autoridades del país aprobar la apertura de las actividades comerciales, como lo proponen gremios del sector, para no incurrir en prácticas informales o clandestinidad. Pablo Zambrano, presidente de la Cámara de Industrias y Producción (CIP), comentó el lunes que muchos empresarios, sobre todo pequeños y medianos, se arriesgan porque es la única vía para no liquidar sus negocios; sin embargo, incurren en una ilegalidad. El trabajo “clandestino” de estos negocios se explica, en parte, porque en Quito hay tanto movimiento, pese a estar en semáforo rojo, comenta Zambrano e insiste en que los COE cantonales deben revisar y autorizar, a la brevedad posible, los protocolos de reactivación económica que se han presentado desde distintos sectores. A pesar de la prohibición de abrir los locales comerciales en Ambato, gabinetes, peluquerías y centros de reparación de celulares también atienden a medias en esa localidad. Según la Cámara de Comercio de Ambato, al menos 200 de los 1 300 están trabajando así por la falta de dinero. Además, Diego Mosquera, presidente de ese gremio, considera que el cierre de los locales legales alentó la informalidad en las calles de la ciudad. La CIP y otros cuatro gremios, agrupados en el Comité