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OPINIÓN
TELEVISIÓN ¿PARA QUÉ?
Como afirmaban de cierto plagiario, de la tv puede decirse que lo suyo no es bueno y que lo bueno no es suyo.
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HIPÓLITO GómezHIPÓLITO Gómez 19/11/2006
La televisión (en adelante, tv) es lo mismo que los libros, un medio universal de comunicación y debería ser una escuela que nos enseñara al menos los valores morales de la convivencia, pero carece de la calidad imprescindible para que aprendamos algo que pueda llamarse cultura; además, desplaza a la imaginación, pero no la reemplaza. Encima, va la UE y autoriza más publicidad, incluida la encubierta, sobre todo en los programas infantiles. ¿De quién será Europa? Afirman los llamados expertos que la tv "tiene que ser así" porque "se dirige a todos" y que eso requiere poner el listón muy bajo para que también todos acepten lo que les echen y disfruten de la correspondiente bazofia. Siendo de esa manera, cabría concluir de entrada que el objeto de la tv consiste en mantener al "respetable" nutriéndolo con una dosis cultural de mera subsistencia.
La cultura, a la que convendría que todos pudiéramos acceder aprovechando el medio televisivo, queda reservada para los pocos que se la procuren por otras sendas, mientras que la mayoría es marginada o se margina de propia iniciativa y el elevado principio de igualdad de oportunidades regresa al país de la utopía, porque la democracia se aplica indebidamente para mantenernos igualados por el rasero del televisor que nos disuade de empresas mayores. ¡Pobre formación la del que la adquiera en la tv! Cabe que sea como la del personaje de los Luthiers que cuando hablaba de "cultura" exigía que se escribiera con una K muy grande.
Los defensores de la tv alegan que sólo sirve para entretener y no para enseñar; es como decir que el alfabeto vale simplemente para hacer pintadas. Eso suelen recalcarlo gentes que viven de tal género de programas y que si la tv alcanzara un nivel aceptable no podrían mantenerse en pantalla; es humano que lo digan, pero en absoluto que tengan razón. Cabe desde luego que la tv entretenga a mucha gente, a la predispuesta a aceptarla como sea, pero la cuestión no acaba ahí. Social y políticamente no es bueno que del espectador (que todos lo somos y lo seguiremos siendo con mayor o menos asiduidad), sólo se espere pasividad y un espíritu acrítico, porque esa tv va sustrayéndonos identidad, opinión e intimidad y trata de homogeneizarnos y convertirnos en simples consumidores. Los cincuenta años de tv española que ahora se celebran acreditan que hemos pasado de la relativa unicidad de pensamiento oficial a una deseable pluralidad, pero no a la práctica del medio televisivo de modo que asegure un nivel de transparencia y de enseñanza veraz, porque ambas faltan de raíz aunque el espectador habitual no lo perciba. La programación de cualquier tv (habrá excepciones, pero las desconozco) está inspirada en la política y en la publicidad cuando no en las dos cosas; los telediarios se usan como carteleras de las películas a estrenar y anuncios insólitos se disfrazan de noticias; en España y en cuestiones de picaresca, la tv va por delante de la UE, esa esfinge.
Ahora que hasta un partido (o más) y también Lepe disponen de tv propia se agrava el riesgo de que nos reduzcan a un estado de insapiencia del que no podríamos salir a menos que hiciéramos un acto de fe en nosotros mismos y rompiéramos el televisor. Pero lo queremos demasiado para tener con él esa indelicadeza; además, el televisor nos une al mundo porque el mundo es lo que sale en tv y el resto no sabemos de seguro si existe. ¿No seremos nosotros los irreales? Los que optan por un libro intentan acaso escapar de la tv que es una industria de malas costumbres que fabrica gregarismo y en absoluto democracia.
La tv, empezando por las oficiales, son un mal necesario (encubierto también como su publicidad), un mostrador para vender desde una idea política, que apenas quedan, al consabido detergente. Casi no nos ayuda a saber un poco de lo mucho que no sabemos ni nos enseña a ser mejores ciudadanos, pero necesitamos conocerla para que no nos engañe tanto. No debemos ironizar diciendo que la tv es un excelente somnífero, porque los hay menos costosos.
Un medio técnico tan excepcionalmente dotado para enseñar apenas enseña y se muestra en general increativo; sirve para retransmitir actuaciones ajenas y apenas nada para idear algo nuevo y estimable. ¿Por qué al menos no enseña idiomas extranjeros a los españoles? Como afirmaban de cierto plagiario, de la tv puede decirse que "lo suyo no es bueno y que lo bueno no es suyo". La realidad es que la publicidad y el marketing son las únicas medidas de la verdad que nos transmite la tv y los teleespectadores no somos ciudadanos sino cuotas de pantalla. La tv debería someterse a alguna prueba de utilidad social, pero temo que pedirlo es demasiado ambicioso. Entonces, ¿televisión para casi nada?
es largo no? o muy corto?